El secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, ha dicho que el INEE desaparecerá y será sustituido por el Centro para la Revalorización del Magisterio y la Reforma Continua de la Educación. Además, que se restituirá a todos los profesores que fueron cesados como consecuencia de la evaluación docente.
Más allá de lo que vaya a ocurrir y de que, en efecto, el artículo 3° de la Constitución acabe reformándose para eliminar su fracción III, la cual exige que los docentes sean evaluados para aspirar a la promoción, las declaraciones de Moctezuma han envalentonado a la CNTE.
El plantón que impuso sobre las vías del tren en Michoacán durante 32 días causó pérdidas por más de 26,000 millones de pesos a la iniciativa privada. El bloqueo que instauró en la plancha del Centro Histórico de ese estado se tradujo en una reducción de más de 50 millones de pesos a comerciantes locales.
Lo anterior, sin contar los 68,000 estudiantes que se quedaron sin clase durante más de un mes. ¿Habrían tomado esta medida con implicaciones económicas tan graves si no se hubiera anunciado un instituto abocado a su “revalorización”?
La CNTE se mira a sí misma como un grupo clientelar que sirve al mejor postor; lo que menos le importa son los niños y los jóvenes de México. Así se explica que esté en contra de las evaluaciones educativas. Prueba de ello es que tanto los exámenes nacionales —la prueba PLANEA y el examen ENLACE—, como las internacionales —PISA—, no se han llevado a cabo en Michoacán desde hace dos sexenios. La Coordinadora se niega a aplicarlos. Chiapas, Michoacán y Oaxaca no fungen en la estadística de los resultados de PLANEA por su baja tasa de participación: 15, 27 y 12 por ciento, respectivamente.
En aquellos lugares que no realizan las pruebas educativas el rezago aún es más grave. El mismo Michoacán es un ejemplo: sólo 8 de cada 100 niños que entran a la primaria logran obtener un título universitario en tiempo y forma.
Es evidente que el monitoreo docente y estudiantil repercute en la calidad educativa. Sin embargo, desde la proclamación de la abolición de la reforma educativa y de la desaparición del INEE, las medidas de protesta de la Coordinadora en Michoacán se han radicalizado.
Tomando en cuenta lo anterior, ¿de verdad será posible que en algún futuro se pueda realizar la evaluación educativa y docente en la región?, ¿cómo mejorar la enseñanza en un lugar donde un sindicato empoderado, el cual no acepta ser evaluado, causa mermas de miles de millones de pesos?
La evaluación educativa constante es necesaria para saber qué camino seguir para brindar una buena formación a los estudiantes mexicanos. El centro que se instaurará se ofrece como una oportunidad para que el magisterio sea revalorado y se certifique a los agentes que intervienen en el proceso educativo. No obstante, esto podría convertirse en un legitimador demagógico de maestros si la labor de capacitación no se realiza adecuadamente, además de que no será tan sencillo que los maestros accedan a ser calificados.
Un centro de evaluación bajo las órdenes del gobierno federal sólo supondrá que el Secretario de Educación y los representantes sindicales repartan plazas según sus intereses políticos y no de acuerdo con los méritos docentes o las necesidades de nuestros niños.
En ese sentido, es necesaria la autonomía de dicho centro y que éste cuente con las herramientas necesarias para la formación de los docentes. Apostar por el clientelismo, por las hordas que salen a apoyar, bloquear o protestar cuando el gobierno federal lo ordena, tiene costos. ¿México puede darse el lujo de pagarlos?
Ángel M. Junquera Sepúlveda
Director
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