Ante el inicio de un ciclo escolar enmarcado por la emergencia sanitaria del Covid-19, Elvia Garduño Teliz, doctora en pedagogía e investigadora de la Universidad Autónoma de Guerrero, nos comparte algunos desafíos y oportunidades que tiene la educación en una coyuntura en la que prevalece la incertidumbre.
¿Qué medidas ha tomado la Secretaría de Educación Pública (SEP) para este regreso a clases que ya empieza?
Desde el 3 de agosto la SEP realizó conferencias para informarnos de manera continua sobre los aspectos educativos que atañen a diferentes niveles en el regreso a clases de manera virtual. Ha quedado claro que se volverá a la modalidad presencial hasta que el semáforo esté en verde, pero no se sabe cuándo será. Mientras tanto, seguiremos empleando los medios y las metodologías que se han venido trabajando desde marzo de este año. Al respecto, se implementará el programa “Aprende en Casa II” desde preescolar hasta bachillerato. Las universidades, en su autonomía, definirán sus propios procesos y medios (que siguen siendo virtuales).
Lo que persiste también en el regreso a clases es retomar el contenido de los libros de texto que se distribuirán en el país y cuyo contenido se vinculará con la programación que se abrió a las televisoras y a las radiodifusoras.
El 18 de agosto se presentó la estrategia para la educación a distancia de las comunidades rurales y los grupos indígenas, interesante por todas sus particularidades.
Hay muchísimas vertientes a las que la SEP le está apostando, pero la información que da es muy general. Ejercer la docencia frente a grupo en cualquier nivel y con una pantalla de por medio es distinto. De ahí que los docentes sigan sintiéndose tensos y muy a la expectativa y se pregunten: “¿Cómo le vamos a hacer?
En Guerrero, ante la escasez de medios materiales, humanos y técnicos, ¿qué medidas han sido proveídas por la Secretaría de Educación del estado?
La Secretaría de Educación de Guerrero ha trabajado en concordancia con los lineamientos de la SEP. Sin embargo, el estado tiene una gran pobreza, marginación, rezago educativo (que ya existía antes de la pandemia) y una brecha digital enorme entre las comunidades rurales y las urbanas. A nivel de todo este fractal de diversidades, continuar con esos lineamientos es difícil. Lo que ha prevalecido aquí es la resiliencia y la creatividad docente.
¿Conforme a qué información disponible se elaboraron los planes de actuación? Es decir, ¿los equipos directivos planearon escenarios posibles en función de la evolución de la pandemia? ¿Cómo tomaron esas decisiones?
La SEP elaboró lineamientos para docentes y consejos técnicos escolares a nivel básico. La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) también hizo lo propio y elaboró algunos lineamientos muy genéricos que las universidades pueden considerar. Estos lineamientos toman en cuenta aspectos de salud al mantener los filtros sanitarios; también tienen aspectos socioemocionales y familiares interrelacionados con dos puntos sumamente importantes que voy a precisar. Uno consiste en las estrategias de mitigación y regularización de los aprendizajes que se han perdido a raíz de toda esta problemática. El otro es el diagnóstico y la determinación de los aprendizajes esenciales. Estos puntos que se mencionan en los planes todavía quedan muy a la decisión de los equipos colegiados, directivos y docentes. Resulta esencial trabajar más en conjunto para precisar estos lineamientos, ya que tienen que ver con la parte metodológica, pedagógica y didáctica del nuevo ciclo escolar.
¿Piensa que la escuela es consciente del cambio tecnológico que se está viviendo socialmente? ¿Hay docentes que todavía miran con recelo las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC)?
El cambio tecnológico y el uso de las tecnologías en la educación no es algo que apareció con la contingencia sanitaria. Es algo que ya se venía trabajando desde hace muchos años atrás en algunas instituciones escolares y que se venía considerando a nivel de políticas educativas. La situación que veo es que, principalmente, había problemas en cuanto a la concreción de esos aspectos tecnológicos a nivel de la docencia y del estudiantado en los salones que no necesitaban trabajar a distancia.
Las dificultades que se han tenido con las tecnologías —desde antes de la pandemia— han sido resultado de brechas paradigmáticas y de necesidades formativas que no han sido atendidas. Por lo tanto, se vieron sobrepasadas por la contingencia cuando los únicos medios disponibles y seguros para prevenir contagios fueron los medios digitales. Creo que ahí se empezó a valorar la relevancia de las TIC no solamente en el acercamiento social y emocional, sino en el aprovechamiento de oportunidades de aprendizaje.
El traslado de los aspectos de trabajo presenciales a los ambientes virtuales es otra convergencia de realidades. Las características de estos medios nos obligan a repensar las formas en que llevamos a cabo nuestros procesos de socialización, comunicación, enseñanza y aprendizaje. Eso es lo que no habíamos abordado antes del Covid-19. Ha quedado claro que, aunque se han utilizado estas herramientas, han hecho falta aspectos de ciudadanía digital como parte de su uso.
Leí en las noticias que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) ha hecho hincapié en los desafíos de la modalidad a distancia e híbrida. ¿Qué sabe al respecto? ¿Qué alcances tienen en la ampliación o la disminución de la brecha digital?
Existen diferentes tipos de brechas, por lo que tenemos que trabajar de manera conjunta. No sólo se trata de la relación docente-estudiante-directivo, sino también de la que existe con autoridades educativas y gobiernos.
Las brechas digitales se refieren a conectividad, manejo y uso de tecnología. Hace mucha falta el trabajo de formación de ciudadanía digital en los docentes y en los estudiantes. Esto va ligado con las habilidades digitales y con reconocer que los entornos virtuales requieren ciertos comportamientos y determinada concientización.
En cuanto a las brechas académicas, éstas tienen que considerarse en los programas de continuidad escolar y con el diagnóstico de la pérdida de aprendizajes. Estas pérdidas —que pueden equipararse a un año de escolarización presencial— necesitan ser atendidas inmediatamente porque en la medida en que se siga ampliando el plazo para atenderlas se generarán efectos más adversos. Esto se agudiza en los estudiantes que cambiaron de nivel educativo.
En general, las brechas tienen que considerarse en programas formativos y en nuevas metodologías. Dentro de todas las acciones hay que retomar el diagnóstico y las estrategias de mitigación y de acciones de regularización.
La prensa ha hecho énfasis en el abandono escolar. Más de un millón de niños no regresaron a clases porque tienen que trabajar y ayudar a su familia. ¿Podría ahondar un poco en este tema con base en su experiencia y cómo se ha vivido en su estado?
Guerrero es uno de los estados que presenta mayores niveles de rezago educativo, lo cual va ligado a problemas de abandono escolar. Hay diferentes niveles de acciones que las instituciones realizan para atenuar este problema; por ejemplo, las becas o los comedores universitarios.
La contingencia ha afectado la estabilidad económica y laboral de los estudiantes y sus familias. Las pérdidas de empleos han colocado a estos jóvenes entre la necesidad de estudiar y trabajar, por lo que algunos han tenido que reconsiderar el papel de su compromiso escolar.
Otro factor que ha incidido de manera importante son los contagios. Varios de nuestros estudiantes vivieron muy de cerca la enfermedad, lo cual afecta el regreso a las actividades escolares en la medida en que este tema de salud afectó su bienestar físico y emocional y sus relaciones familiares. Los procesos que subsisten en estos casos son complejos, ya que van acompañados de un rezago que ya existía en ciertas situaciones. Por ende, hago énfasis en la importancia del diagnóstico y de las estrategias de mitigación, pues al identificar y entender las razones por las cuales los estudiantes abandonaron la institución escolar, existe la posibilidad de que regresen. Es necesario abrir ese regreso a los estudiantes que estén en condiciones de hacerlo. Este tipo de estrategias serán fundamentales en el marco de la reapertura escolar.
El secretario general de las Naciones Unidas declaró que la pandemia ha causado una disrupción histórica, afectando especialmente a los alumnos que tienen una discapacidad o que viven en comunidades minoritarias, desfavorecidas o zonas remotas. ¿Qué alternativas se llevarán a cabo para no dejar a nadie atrás?
La educación inclusiva ha sido una de las más afectadas por la emergencia escolar. Es importante mantener una visión colegiada y comunitaria con la participación de todos los actores que se encuentran involucrados. Las personas con discapacidad y los grupos indígenas que han sido excluidos necesitan tener espacios para que manifiesten cómo vivieron esta situación, con el fin de tomar acciones que garanticen su derecho a la educación.
Hay mucho qué aprender de los maestros de educación inclusiva, de los maestros que están de apoyo y de los maestros rurales, puesto que han demostrado resiliencia y creatividad pedagógica. De hecho, muchas de esas estrategias y acciones que ellos compartan pueden ser de utilidad para otras situaciones educativas en diferentes niveles.
Así como se abren espacios para opinar sobre una reforma educativa, tienen que abrirse espacios para que generemos, de manera participativa, acciones de corto y largo plazos que incidan en los efectos que ha tenido la pandemia en la formación, en la educación y en los ciudadanos que queremos formar. Hoy más que nunca tenemos que empezar a considerar muy en serio el contexto de la incertidumbre y del riesgo.
En el marco de la incertidumbre se inserta el tema de las escuelas públicas. En otros países se habla incluso de cerrarlas, pero en México parece que se necesitarán más, puesto que algunos padres de familia han hablado de cambiar a sus hijos de las escuelas particulares a públicas. Por un lado, ¿hay capacidad en la escuela pública para recibirlos? Por el otro, pareciera como si fuese fácil inscribirse al sistema público. ¿Quisiera matizar en estas dos nociones?
Respecto de la capacidad de la escuela pública para recibir a tantos estudiantes que vienen de escuelas particulares, el subsecretario de Educación Básica comentó que se tiene la capacidad y que se están preparando para esta “migración”.
Ahora bien, los cambios de la escuela privada a la escuela pública son uno de los efectos que ha tenido la contingencia. La reducción del ingreso que han tenido los padres y las madres de familia, así como el cuestionamiento de que no se está disfrutando de la capacidad de la infraestructura por la que están pagando, podrían ser algunas explicaciones de estos cambios. No obstante, habría que ver si las decisiones van ligadas únicamente a una cuestión monetaria o también a un diferenciador en metodologías y en contenidos. Estos diferenciadores podrían ser los que en algún momento pudieran inclinar la balanza y que debieran ser aprovechados para mejorar la educación en general. Se trata de una oportunidad de trabajar de manera conjunta con todo el sistema educativo con el fin de compartir buenas prácticas y adaptarlas a contextos en los que cada institución escolar vive y educa.
Para ir finalizando, ¿cree que estamos ante un nuevo paradigma educativo?
Más que estar frente a un nuevo paradigma educativo creo que estamos frente a nuevas normalidades. La nueva normalidad escolar y pedagógica plantea la oportunidad de generar disrupciones. Esas disrupciones son las que sí pueden incidir en cambios de paradigmas. Pero los cambios de paradigmas no se dan de la noche a la mañana porque exigen compromiso, responsabilidad y, sobre todo, congruencia. Una transformación educativa implica transformar nuestras prácticas con base en la propia visión de lo que es el aprendizaje, de lo que es la educación y de la clase de individuos que queremos formar para mejorar las condiciones que hoy prevalecen en el mundo. Esta autorreflexión tiene que verse concretada en las acciones que realizamos cuando implementamos una estrategia, cuando seleccionamos contenido esencial, cuando motivamos a nuestros estudiantes y los acompañamos en ese proceso. Ahí sí estaríamos hablando de estar frente a un nuevo paradigma. Los elementos teóricos son importantes, pero no podemos quedarnos sólo con el cómo debería ser la educación.
Por último, ¿cuál cree que haya sido la enseñanza más importante para los estudiantes, los docentes, el sistema escolar y los padres de familia? ¿Qué les recomendaría a nuestros lectores que son padres de familia?
Las enseñanzas son diversas porque cada uno ha vivido el aislamiento social y los efectos de la pandemia desde su propio contexto e individualidad. Sin caer en la uniformidad, hay algunos aspectos que destacan dentro de todas esas individualidades y diversidades. Una de estas enseñanzas es la revaloración de la escuela como institución formadora y socializadora. De la mano se encuentra el reconocimiento del valioso papel de los docentes en los procesos de aprendizaje y desarrollo. Como docentes, esto nos compromete a seguir reivindicando esta vocación.
En el caso del sistema educativo, destaca la necesidad imperiosa de una mayor y mejor inversión en la educación. Es decir, inversión en el acceso a tecnologías, en la conectividad y en la mejora de infraestructura de las escuelas. Hay mucho que mejorar y muchas brechas que cerrar.
En el caso de los padres y las madres de familia que acompañan a sus hijos en su proceso de aprendizaje hay mucho que valorar. La cuestión de los conocimientos intergeneracionales es una oportunidad para fomentar las relaciones familiares. Contrasta esto con la agudización de problemas en el hogar, derivados del confinamiento y del impacto emocional que éste acarrea. La convivencia familiar es esencial en la formación de las personas. Por lo tanto, así como ha habido una revaloración de la escuela y de los docentes, ha habido una revaloración de la familia.
Definitivamente, la importancia de los actores educativos ha trascendido. Espero que esta importancia se traduzca en estrategias para una continuidad de la mejora en la educación y en las relaciones familiares. Para los padres y las madres de familia que nos leen, hago especial énfasis en la resiliencia, la creatividad y la imaginación que deben existir para sacar adelante esta situación de la mejor manera.
Me gustaría terminar destacando que la educación es una responsabilidad de todos. A cada uno le toca hacer lo propio desde el lugar en el que se encuentre. Todos tenemos la oportunidad de generar esas disrupciones y esos cambios que se necesitan; sólo tenemos que estar dispuestos a hacerlo y ser congruentes con ello.
Con licenciaturas en contaduría e informática y una maestría en ciencias sobre educación superior, Elvia Garduño Teliz es doctora en pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y candidata a investigadora nacional (Sistema Nacional de Investigadores). Actualmente es profesora e investigadora en la Unidad Académica de Ciencias de la Educación en la Universidad Autónoma de Guerrero.
Autora del libro Propuestas pedagógicas para el webcente universitario, también es una activa gestora tecnopedagógica de plataformas educativas virtuales institucionales, cursos masivos abiertos en línea y blogs.
En los últimos meses ha trabajado en el proyecto interinstitucional “La educación frente al Covid-19”, coordinado por el doctor Luis Medina Gual, de la Universidad Iberoamericana. Dicho proyecto consiste en el diagnóstico de las dimensiones pedagógica, psicológica y tecnológica de las experiencias de docentes y estudiantes de primaria, secundaria, bachillerato y educación superior durante la contingencia.
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