Con una trayectoria disruptiva, desde joven Sara Ladrón de Guevara ha atravesado por los espacios universitarios de poder que históricamente han pertenecido al ámbito de las masculinidades. La primera mujer en ocupar la rectoría de la Universidad Veracruzana nos habla en esta entrevista de los grandes retos de su gestión y de los desafíos que representa para la educación superior la pandemia de Covid-19.
¿Cuáles fueron los principales obstáculos a los que se enfrentó para llegar a la rectoría de la Universidad Veracruzana?
Paradójicamente, los obstáculos fueron favorables. Cuando me inscribí como aspirante a la rectoría, nadie pensó que yo podía ganar, porque el cargo de rector, al igual que el de todas las autoridades, se identifica simbólicamente con el varón. No me dieron importancia y lo que sucedió, sobre todo la primera vez que lo intenté, fue que la lucha comenzó a darse principalmente entre los candidatos. No me vieron como una contendiente capaz de ocupar la rectoría.
Curiosa e interesantemente, las mujeres aspirantes a ese cargo nos comunicamos entre nosotras. Busqué dialogar con las mujeres y también con los hombres, en términos de —voy a decir un término que nadie nunca me va a adjudicar— caballerosidad. Las mujeres a veces tenemos más caballerosidad que los caballeros. Todavía no existe la palabra “damisidad” en el diccionario, pero como definición de honestidad y de amabilidad desde la perspectiva de una mujer en este contexto busqué a mis contrincantes y les hice saber que mi intención no era golpear, desprestigiar ni difamar a nadie. Eso me brindó una posición distinta a la de los varones cuando llegué ante la junta de gobierno, pues sus relaciones y su imagen ya estaban muy desgastadas porque se habían atacado mucho entre ellos.
Sin embargo, en el segundo periodo, en el que contendí para mantenerme en la rectoría, los aspirantes fueron duros conmigo; no por ser mujer, sino por ser la rectora. Fue muy desgastante. Evidentemente yo era la candidata más fuerte porque ya ocupaba el cargo. El golpeteo era duro contra mí; sin embargo, ya había aprendido bastante y había entendido que los golpes no eran para Sara, sino para el cargo que yo ocupaba y hubieran sido para cualquiera que estuviera en ese puesto.
Considero que la conciencia de ser mujer y de trabajar en un mundo de varones brinda una ventaja cuando se actúa con honestidad e integridad, esto es, damisidad, aptitudes que a menudo las mujeres demostramos tener. Las mujeres que ocupamos cargos de autoridad debemos ser muy fuertes. Algunas no están dispuestas a las agresiones simbólicas por la búsqueda de una posición, pues conlleva a enfrentarse a un escenario en el que predominan los hombres y que simbólicamente se asimila a la virilidad.
En 2013 asumió la rectoría de la Universidad Veracruzana y es obvio que no le ha tocado ejercer su rectorado en los tiempos más amables que van del siglo XXI. ¿Cuáles han sido los principales desafíos que ha enfrentado durante su gestión?
Al año de haber llegado a la rectoría tuve un desafío muy fuerte: Ayotzinapa. El ánimo de desconfianza de la comunidad estudiantil hacia cualquier figura de autoridad era generalizado en el país y totalmente justificado y razonable. Se ejerció una violencia brutal en contra de los jóvenes por parte del Estado.
Muchas universidades estatales de México tuvieron esta misma experiencia. Lo dialogamos entre rectores. Fue arduo enfrentar esa crisis de confianza, la cual derivó en inestabilidad en el seno de la Universidad Veracruzana. Había un panorama de descontento entre los estudiantes y un reclamo directo contra mí como autoridad; me costó mucho trabajo recobrar la confianza de la comunidad y demostrar que yo nunca había sido parte de un aparato represor. Ayotzinapa fue una ruptura para todos los universitarios del país, una puerta al terror que nunca podremos olvidar.
Otro desafío importante fue la falta de entrega, por parte del gobierno de Veracruz, durante la gestión de Javier Duarte, del recurso presupuestario para la Universidad Veracruzana. Para afrontar esa crisis de recursos y enfrentar al gobierno de Duarte fue muy importante asumirnos y posicionarnos como comunidad, gestionar las decisiones de manera colegiada y reconocer que el problema no era solamente de las autoridades universitarias, sino de toda la comunidad. También fue muy importante buscar aliados en otras entidades, como la Secretaría de Educación Pública, el gobierno federal, el Senado y la Cámara de Diputados. Expresiones de apoyo de estos poderes ayudaron a mostrar que la universidad tenía derecho a reclamar lo que estaba exigiendo.
En otras condiciones, con otras conciencias o con otras agendas, esa crisis de recursos hubiera desembocado en constantes paros y huelgas; sin embargo, supimos enfrentar la situación con la fuerza de la comunidad. La respuesta generalizada de la Universidad Veracruzana ante la crisis fue no parar, seguir trabajando, seguir procurando tener nuestros programas educativos acreditados y seguir firmes, exigiendo nuestros recursos. Queríamos mostrar al mundo que somos una institución que vale la pena cuidar, que no abandonamos nuestra misión y que no dejaremos a los jóvenes sin el derecho a la educación superior.
El tercer desafío importante ha sido la pandemia. Esperábamos un semestre lleno de actividades. Dimos mantenimiento a nuestras instalaciones, pues estábamos contentos de regresar a trabajar con edificios atendidos… Y, de pronto, están vacíos y algunas de nuestras actividades están diferidas, otras están siendo atendidas de manera virtual y algunas más no han podido parar, pero se atienden con todas las precauciones debidas y con los protocolos sanitarios. Éste es un nuevo reto y espero que lo superemos juntos, comunitariamente, en un contexto de aprendizaje y reflexión.
¿Cómo ha encarado la Universidad Veracruzana este escenario y cómo da continuidad a sus funciones?
La pandemia implica un enorme reto para todas las universidades del mundo. La imposibilidad de tener actividades presenciales demanda estrategias innovadoras para un escenario que no habíamos considerado. Está muy claro que existen dinámicas de la actividad presencial que no pueden realizarse de manera virtual; no obstante, se pueden establecer otras que fortalecen la enseñanza-aprendizaje.
Con la pandemia de Covid-19 el área de ciencias de la salud ha tenido una condición muy particular. Los jóvenes estudiantes de pregrado, de servicio social y de residencias médicas tienen presencia y ofrecen atención al público en el sector salud. Eso ha sido un reto muy grande, porque a ellos les toca enfrentar la crisis sanitaria de manera frontal.
Otra área muy particular, desde mi punto de vista, son las artes. Muchas de las dinámicas en las artes escénicas tienen que ver con la interacción personal, con el espacio entre los cuerpos y con la distancia entre las personas. Se pueden realizar ejercicios y ensayos individualmente desde el confinamiento, pero hay un aprendizaje colectivo que no puede ejecutarse en estas condiciones, debido al riesgo de contagio.
Cada área académica de la Universidad Veracruzana tiene sus particularidades y los directores de todas las áreas han hecho un gran trabajo acondicionando las herramientas que tenemos para lo que no tenemos: la modalidad presencial de nuestra universidad.
La Universidad Veracruzana es la más importante del sur-sureste de México y tiene presencia en cinco regiones a lo largo de Veracruz, que se caracteriza por ser uno de los estados más grandes, complejos y con la mayor diversidad biológica y cultural del país. En este contexto, ¿cómo hace para que la oferta educativa considere todos estos escenarios y sea pertinente?
La pertinencia social y cultural de los programas educativos ha sido una de las preocupaciones constantes en la historia de la Universidad Veracruzana. Durante mi administración se ha procurado que la oferta educativa responda a las necesidades regionales.
Veracruz tiene diferentes regiones que están definidas tanto por sus actividades económicas, industriales y productivas, como por sus servicios. La Universidad Veracruzana ha identificado las necesidades de estas regiones mediante diagnósticos; de esta manera, las diferentes licenciaturas, las carreras técnicas y los posgrados, responden a las necesidades de la diversidad que conforma el estado. Por ejemplo, las ingenierías petroleras se encuentran en Poza Rica y Coatzacoalcos, pues es una vocación demandada por el contexto de desarrollo petrolero de estas regiones. La licenciatura en biología marina, que antes sólo existía en Tuxpan, hoy, debido al crecimiento del puerto de Veracruz, también se oferta en esa ciudad. Las humanidades y las artes se concentraban en la capital, Xalapa, debido a una tradición cultural que ha sido la personalidad de esta ciudad; sin embargo, durante mi gestión se han establecido nuevas licenciaturas del área de las artes en diferentes regiones. Por su parte, las licenciaturas en ciencias de la salud tienen presencia a lo largo del estado, así como las carreras del área técnica y las económico-administrativas.
El compromiso con la responsabilidad y la pertinencia social de nuestra universidad también se ve reflejado a través de la Universidad Veracruzana Intercultural, la cual ubica sus sedes regionales en los municipios con mayor número de personas pertenecientes a los pueblos originarios de nuestro estado, para llevar la educación superior de calidad a sectores que difícilmente pueden acceder a ella debido a las condiciones de pobreza. En definitiva, hemos procurado seguir atendiendo la diversidad y las necesidades del estado, de manera que las carreras ofertadas por la Universidad Veracruzana sean acordes con las realidades regionales.
En el contexto de la pandemia de Covid-19, ¿cuáles son las estrategias de la Universidad Veracruzana para los procesos de ingreso y egreso?
El proceso de registro para el ingreso a nuestra universidad se lleva a cabo por internet y el único momento que requiere presencialidad es la presentación del examen. Cada año la Universidad Veracruzana tiene de 40,000 a 43,000 aspirantes, normalmente atendidos en dos sesiones de exámenes de ingreso de 20,000 cada una. En esta ocasión se llevarán a cabo sesiones de 10,000 aspirantes repartidos en todas las aulas y en todos los espacios de las cinco regiones universitarias, todas equipadas con filtros sanitarios y brigadas de atención médica, así como con estrictos protocolos de sanidad.
Con respecto a los procesos de egreso, es muy importante mencionar que se están llevado a cabo exámenes profesionales en la modalidad virtual. Eso es muy emocionante. Nuestros egresados han realizado el proceso y los trámites de titulación mediante internet. Quienes ya han obtenido su título cuentan con una versión digital, pero también emitimos el documento físico que yo firmo personalmente. Ése es el último paso del título.
Siendo la Universidad Veracruzana la primera del país que albergó a una entidad académica con enfoque educativo intercultural para la población estudiantil perteneciente a los pueblos originarios, ¿de qué manera se ha procurado la atención a los procesos de enseñanza-aprendizaje afrontando el escenario de la pandemia a los alumnos de la Universidad Veracruzana Intercultural?
La Universidad Veracruzana Intercultural ha reaccionado ante la pandemia de manera ejemplar. Al no haber condiciones en las comunidades y en los hogares de los estudiantes para la virtualidad, se diseñaron diferentes estrategias para no dejar a nadie sin clases. Primero se hicieron diagnósticos para saber quiénes sí tenían señal de internet o acceso a ella mediante los teléfonos celulares y quiénes estaban completamente desconectados. A estos últimos, que representaban un alto índice, los maestros les acercaron hasta las puertas de sus casas carpetas con las actividades y los ejercicios que debían realizar durante la contingencia sanitaria. A los demás, según sus condiciones de conectividad, los maestros les dan clases y asesorías de manera telefónica, por medio de mensajes en redes sociales o mediante correos electrónicos. Los estudiantes buscan señal en lugares altos de sus comunidades para cumplir con sus trabajos; en fin, las carencias no han impedido su funcionamiento.
Sin embargo, independientemente de la atención a los estudiantes, pienso que una de las cosas más importantes que nos brinda la Universidad Veracruzana Intercultural, en el escenario de la pandemia, es una nueva conciencia de inequidad. El acceso a internet ahora es una necesidad humana que no estaba presente en otras épocas: contar o no con este servicio es una muestra de desigualdad. La Universidad Veracruzana Intercultural da conciencia a la Universidad Veracruzana. Quizá como no sucede en otras universidades, nos ha mostrado que las oportunidades en la educación superior no son equitativas. Es muy duro reconocerlo. A la larga, esta crisis provocada por la pandemia propiciará algo provechoso, pues no se puede ser omiso cuando existe conciencia de las desigualdades en el seno de nuestra comunidad. La Universidad Veracruzana Intercultural nos ha enseñado a no ser omisos.
Ante sus ojos, ¿qué necesitaría en este momento la institución para continuar fortaleciéndose y consolidándose como la importante universidad pública que ya es?
Cuando asumí la rectoría, establecimos como meta la acreditación de 100% de los programas educativos de nuestra universidad. Eso ha significado un reto enorme porque tenemos más de 300 programas activos. Casi ninguna universidad en México tiene tantos, si no es que ninguna. Por ejemplo, un programa como contaduría, que se ofrece en las cinco regiones universitarias del estado, tanto en el sistema escolarizado como en el sistema abierto, tenemos que acreditarlo 10 veces, lo cual implica 10 procesos distintos.
Actualmente, nueve de cada 10 estudiantes de la Universidad Veracruzana están cursado un programa educativo acreditado. Esto debería traducirse en un reconocimiento a nuestra institución, por su capacidad y por su calidad. Todas las universidades deberían ser acreditadas, lo cual nos brindaría la posibilidad de responder más rápido a los contextos de la demanda social y laboral, a partir de las modificaciones de los programas educativos existentes o de la apertura de nueva oferta educativa. Es un asunto que le hace falta a la organización administrativa federal. Sin embargo, sería bueno reconocer a las instituciones y darles un voto de confianza. Es algo que pienso que sería beneficioso.
¿De qué manera ha influido su ocupación como rectora en el desarrollo de sus actividades profesionales como investigadora en antropología?
Una responsabilidad como la rectoría de la Universidad Veracruzana demanda tiempo laboral y tiempo personal. Y también quita la calma. Actividades cotidianas de mi profesión en las que antes depositaba mucha atención se han visto aplazadas porque en mi mente existe una prioridad, inmediata y constante: la Universidad Veracruzana. La rectoría ha sido una ardua pero satisfactoria labor que me ha dado una visión de mi ejercicio profesional en la antropología, para entender a las sociedades y a los seres humanos. Es enriquecedor para mi trabajo actual y siempre será así.
¿Cuáles han sido las principales satisfacciones que le ha proporcionado su gestión como rectora?
Una de mis mayores satisfacciones ha sido conocer a profundidad el funcionamiento de la Universidad Veracruzana, pues cuando uno está en otras áreas de la universidad no dimensiona el tamaño ni el alcance que puede llegar a tener nuestra institución. Junto con ello, valoro mucho conocer gente de distintas profesiones, porque me han hecho reflexionar acerca de la diversidad de miradas con las que se puede ver y entender la realidad, pues si bien hay un sustrato importante de profesionalismo y de ética en la comunidad universitaria, cada gremio tiene valoraciones distintas.
En agosto de 2021 se cumple el ciclo de su administración. ¿Cómo le gustaría ser recordada?
Cuando llegué a la rectoría tuve una reunión con la directora de Planeación, quien me preguntó algo muy parecido a lo que acabas de mencionar. Estábamos construyendo el programa de trabajo a partir de las directrices estipuladas en la propuesta que presenté a la junta de gobierno. En ese contexto me preguntó: “¿Cómo quiere ser recordada?” No esperaba esa pregunta; fue como un balde de agua fría sobre mi cabeza. Yo respondí de inmediato, como humanista, que me gustaría ser recordada como alguien que defiende los derechos humanos en la universidad. Nunca he cambiado mi respuesta.
A lo largo de este periodo me ha quedado claro cuáles son esos derechos humanos. Como rectora, siempre he defendido el derecho a la educación, el derecho a la equidad, el derecho a la inclusión, los derechos de los pueblos originarios y el derecho a la diversidad cultural, sexual, lingüística, entre muchos otros. Entonces, a mí me gustaría ser recordada como alguien que respetó las diversidades y que con trabajo y esfuerzo aportó a la disminución de las inequidades existentes en las instituciones de educación superior.
Sara Ladrón de Guevara González es antropóloga especializada en arqueología e iconografía de la costa del Golfo. Es investigadora y docente en la Universidad Veracruzana y miembro del Sistema Nacional de Investigadores y de la Academia Mexicana de Ciencias.
Ocupó la dirección de la Galería del Estado del Instituto Veracruzano de Cultura; fue secretaria académica de la Universidad Veracruzana y directora del Museo de Antropología de Xalapa en tres ocasiones. En septiembre de 2013 ocupó el cargo de rectora de la Universidad Veracruzana, responsabilidad que fue ratificada por la junta de gobierno de esa casa de estudios en 2017. Desde 2016 ocupa la presidencia de la región sur-sureste de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior.
La calidad de su trabajo como académica y funcionaria, así como su incansable labor en defensa de los derechos humanos, la equidad y la defensa de la autonomía universitaria, le han valido reconocimientos nacionales e internacionales. Su prolífica carrera académica abarca la gestión patrimonial, la investigación arqueológica, la iconografía y la docencia.
* Directora de la Universidad Veracruzana Intercultural.
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