¿Qué tipo de educación se busca dar a los ciudadanos desde el nivel básico y con qué propósito? La respuesta que se dé a esta pregunta determinará necesariamente el modelo educativo que se deba implementar, en un contexto actual de insatisfacción generalizada que se vive en el ámbito educativo por el predominio del modelo que concibe al estudiante como un mero receptor obediente y acrítico del saber.
El derecho a la educación básica está condicionado por los modelos educativos que subyacen en todo el proceso educativo. El tradicional instruccionismo academicista, dominante hasta ahora, está enfrentado con la minoritaria propuesta alternativa del holismo educativo del movimiento de la educación nueva, presente en las aspiraciones más genuinas de transformación de la educación actual.
Hablar de la educación básica de todos los ciudadanos es hablar de la realización del derecho a la educación. Es pensar la educación que hoy queremos para toda la ciudadanía sin exclusión de ningún tipo. Pero es mucho más: es detenernos a dialogar y acordar sobre sus fines, a considerar la persona que queremos y para qué sociedad, los objetivos y los contenidos de la educación, su espacio y su tiempo, sus metodologías, sus procesos de mejora y la formación docente para una educación básica en un mundo cambiante, incierto y complejo. Es tomar conciencia de la educación básica que tenemos y hacer la propuesta de otro modelo educativo que esté más en consonancia con los problemas y las aspiraciones de la humanidad en la actualidad y que ya está en ciernes en muchas prácticas educativas.
Los tiempos convulsos que vivimos son una urgencia de cambio profundo. Hoy se busca mejorar y perfeccionar lo que es imprescindible y necesario cambiar. Hace falta repensar la educación básica y su crisis actual en un contexto de incertidumbre y difícil predictibilidad. En este contexto situamos el necesario debate sobre qué educación básica queremos y necesitamos hoy para toda la ciudadanía.
Visiones enfrentadas
Por paradigma entendemos “el modelo como conjunto de representaciones, creencias [e] ideas que se ilustran de forma ejemplar” (Morin, 1992) en la vida humana en todo momento. En educación hablamos de un modelo dominado por representaciones, creencias, ideas y técnicas que dan contenido simbólico a las diferentes realidades educativas. Ese modelo es una construcción mental que no se da en la realidad como lo pensamos, pero se convierte en el referente y subyace en el quehacer educativo. Siempre hay diferentes paradigmas que aparecen entremezclados, pues ninguno se impone a otro de manera absoluta, porque las constantes disidencias ponen en cuestión los modelos dominantes.
En la educación básica coexisten entremezclados dos paradigmas-modelos educativos radicalmente diferentes e incompatibles entre sí. Su génesis histórica responde a la consolidación y el dominio, desde la Revolución industrial hasta hoy, del modelo social-mecanicista, cientificista, racionalista y utilitarista frente a otros modelos emergentes, apoyados en los nuevos paradigmas científicos y humanísticos, ligados a una concepción holística de la vida, del ser humano y de la sociedad. Son antagónicos en sus fines, en su concepción de sociedad y de persona, en sus objetivos, en sus contenidos, en sus metodologías, en sus prácticas pedagógicas, en su evaluación y en el papel que desempeñan los actores del proceso educativo. En la cotidianidad de la educación nos encontramos ante el dilema ineludible de actuar dentro de uno u otro de estos paradigmas globales de la educación básica. Entre los dilemas con que nos encontramos se hallan: optar por un instruccionismo intelectualista, tecnocrático y tecnológico orientado a la reproducción social o por un holismo educativo ético-crítico orientado al desarrollo integral y a la justicia social; elegir entre una práctica política y una práctica educativa al servicio de los dueños del mundo o al servicio de la democracia y la ciudadanía; decidir entre la centralidad del profesorado con los libros de texto y las lecciones magistrales o reconocer la primacía de los educandos; primar el derecho de los padres a elegir e imponer la educación a sus hijos o respetar el derecho de sus hijos a su autoeducación como sujetos de derechos; optar por un currículo académico-disciplinar o por un currículo globalizador-integrado-transdisciplinar. La unificación de los sistemas educativos duales del siglo XIX, para las élites y para la masa, en sistemas unitarios, llevó a la coexistencia de estos dos paradigmas en los sistemas educativos de hoy en un “sincretismo caótico” (Domínguez, 2016) lleno de contradicciones que camina hacia la necesaria clarificación y opción por uno de estos modelos, dando respuesta a los dilemas en que se encuentran.
Rasgos definitorios del instruccionismo
Quiero poner en el primer plano de nuestro análisis, sin pretender ser exhaustivo, algunos de los elementos más significativos del instruccionismo reduccionista, como la trama simbólica que funciona de manera un tanto invisible y que ha logrado imponer a lo largo del tiempo la concepción dominante de la educación básica en sus diferentes etapas. Esto facilitará la comparación con el holismo educativo, para poder tener razones que nos lleven a dar respuesta al dilema en que nos encontramos:
- Tiene un carácter de producción de la heteronomía del educando, pues hace de él un ser dependiente en todos los aspectos del vivir: en los fines, en los valores y en los contenidos de la educación para los profesionalismos liberales y laborales que necesitan los mercados.
- Trata al educando como un objeto vacío e informe al que hay que llenar del saber verdadero y modelar según los valores dominantes de la sociedad.
- Así reproduce la sociedad actual disciplinando, clasificando, seleccionando y sometiendo a todos para que acepten el lugar asignado en la escala social.
- La centralidad de la educación está en quien enseña, representante de la autoridad, y en lo que enseña, el currículo oficial, reduccionista y simplificador: el maestro y el experto son quienes tienen el saber oficial y verdadero. El educando está en un segundo plano, como ser obediente y receptor acrítico del saber.
- El alumno es el responsable de su propio fracaso porque no se esfuerza lo suficiente para ser tenido en cuenta por la educación como ascensor en la escala social. Promueve así la culpabilización permanente ante los posibles futuros fracasos.
- Responde a los intereses del mercado y considera la educación como un bien que se compra y se vende. Sólo interesan los conocimientos y las competencias que responden a los intereses del mundo productivo.
- Está basado en el control. Nos lo muestra la actual centralidad de las pruebas estandarizadas. Lo importante es evaluar para seleccionar y clasificar. Sólo interesa lo que se puede medir, y lo importante son los resultados y el rendimiento en las disciplinas del currículo prescrito.
Como podemos observar, el instruccionismo academicista sigue siendo hegemónico en nuestro sistema educativo.
El paradigma holístico ético-crítico
Esta visión de la educación nace y se asienta en las aspiraciones de emancipación de las clases populares y de sus organizaciones a lo largo, sobre todo, de finales del siglo XIX y todo el siglo XX. Podemos seguir la configuración de este paradigma desde el Emilio de Rousseau hasta nuestros días. La educación integral y emancipadora, ahora denominada “holismo educativo”, tiene como objetivo el pleno desarrollo de todas las potencialidades y capacidades de la personalidad humana y la construcción de una sociedad democrática. Sabemos que hoy es minoritario pero emergente. Algunos de sus rasgos más relevantes son los siguientes:
- Abarca la integralidad del ser humano y hace posible el desarrollo de sus potenciales, más allá del conocimiento puramente disciplinar y del profesionalismo.
- Tiene una visión integrada, inclusiva, interdisciplinar y transdisciplinar del conocimiento humano y científico.
- Se asienta en el pensamiento dialógico y complejo, entendiendo la educación como conversación consigo mismo, con los demás y con la naturaleza.
- Promueve la autonomía creciente y la autoeducación de los educandos como sujetos activos de su propia realización. Ellos son el centro y los protagonistas del proceso educativo.
- Garantiza que cada educando se convierta en protagonista de su propio aprendizaje a lo largo de toda su vida.
- Se compromete con su pleno desarrollo como sujetos conocedores, como sujetos emocionales, ético-críticos, estético-artísticos, ecologistas respetuosos y éticamente responsables, y como sujetos profesionales y competentes.
- Promueve la transformación del sistema social vigente.
Desde esta perspectiva integral del proceso educativo recojo la descripción que hace José Domínguez (2016) de la utopía de la educación básica: “La educación básica debe ser una educación única, unitaria, holística, universal, laica, ética, científica, liberadora, democrática, democratizadora, ecologista y gratuita, concebida como un proceso de autoeducación, es decir, de autopoiesis (autocreación) único, continuo y progresivo desde el nacimiento hasta los 18 años…”, en sus etapas de educación infantil, primaria y secundaria, que hacen posible la autoeducación a lo largo de toda la vida y a tiempo completo. Las sociedades democráticas actuales tienen la responsabilidad y la obligación de garantizar esa educación a todos los seres humanos a través de los sistemas educativos públicos, como impulsores y realizadores, en el espacio y el tiempo, de esa utopía de la educación básica asentada en el paradigma holístico ético-crítico.
Vivimos una realidad compleja donde coexisten simultáneamente los dos paradigmas en una mezcla frankensteiniana que hace del sistema educativo actual un lugar marcado por el poder, con fuertes y, en ocasiones, monstruosas incoherencias y contradicciones.
A la vez, hoy “vivimos una revolución paradigmática”, en palabras de Edgar Morin (1992), una revolución del pensamiento que está cambiando nuestro mundo y nuestra educación.
El paradigma dominante del instruccionismo se hace invisible y quien está en él cree obedecer a los hechos, a la lógica, al sentido común y a la experiencia. Trata a su alternativa del holismo educativo como si no existiera, y cuando lo reconoce lo hace para acusarlo de todos los males del sistema educativo.
Sin embargo, nos encontramos en un proceso de transición entre un paradigma caduco y en declive y otro que adquiere mayor relevancia en los procesos educativos actuales en y más allá de los sistemas educativos institucionalizados. En todas las leyes educativas se ha mostrado, siempre a favor del instruccionismo academicista, en mayor o menor medida, la coexistencia de los dos paradigmas contrarios. Por eso las propias leyes están cargadas de contradicciones, incluso la última, siendo la más fiel al modelo instruccionista tradicional y autoritario.
Una tarea urgente: transitar hacia un nuevo paradigma
La crisis de la educación básica nos lleva a un punto crítico en que hemos de optar por caminar en una dirección alternativa al modelo dominante. Por eso es necesario clarificar bien sus rasgos para irlo deconstruyendo, desmontando y desaprendiendo, a la vez que vamos erigiendo el modelo emergente del holismo educativo, modelo que está en construcción.
La insatisfacción generalizada que se vive en el seno del sistema educativo va poniendo en evidencia la necesidad que muchos docentes, familias y alumnado sienten. Por eso hoy tenemos una misión ineludible: la construcción, en la práctica educativa actual, de un modelo educativo holístico ético-crítico de la educación básica como referente de esta utopía viable. Es un gran desafío en el que nos jugamos mucho: pasar de la protesta contra un modelo que no tiene salida y que se muere, a la propuesta de un nuevo modelo de educación básica que hemos de construir con decisión, pues en parte ya muchos lo conocen y lo practican.
Para saber más
- Domínguez Rodríguez, José (2016), “Discurso de defensa de la tesis doctoral: la formación inicial de un cuerpo único de educadoras y educadores para la educación básica unitaria, holística, universal y emancipadora: un grado común y másteres especializados”. Disponible en http://confederacionmrp.com/wp-content/uploads/2014/03/discurso-tesis-formacion-inicial-jose-dominguez.pdf.
- González Garza, Ana María (2009), Educación holística. La pedagogía del siglo XXI, Kairós, Barcelona.
- Morin, Edgar (1992), El método IV. Las ideas: su hábitat, su vida, sus costumbres, su organización, Cátedra, Madrid.
- Rogero Anaya, Julio (2009), “El espacio y el tiempo escolar: espacio y tiempo de vida”, en Gonzalo Romero y Amparo Caballero (eds.), La crisis de la escuela educadora, Laertes, Barcelona.
- Yus Ramos, Rafael (2001), Educación integral: una educación holística para el siglo XXI, tomos 1 y 2, Desclée de Brouwer, Bilbao.
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