Iniciamos esta publicación, con periodicidad bimestral y editada en colaboración con la célebre revista española Cuadernos de Pedagogía, con una portada en la que aparecen los cinco consejeros de la junta de gobierno del Instituto Nacional de Evaluación para la Educación (INEE).
Este organismo cuenta, en México, con la competencia técnica para evaluar los procesos escolares y los resultados del aprendizaje para la planeación y el mejoramiento de la calidad educativa. En las respuestas que dan los consejeros a las preguntas que se les formularon, dejan clara la importancia y los retos que supone la evaluación, tema central en el país y en la comunidad internacional.
Aunque la finalidad de la evaluación es generar motivación y aprendizaje, lo cierto es que resultados, puntajes y calificaciones se convierten en noticias explosivas, reproches y hasta burlas, cuando llegan a los medios de comunicación, como lo denuncia Jurjo Torres Santomé.
Esto fue lo que ocurrió precisamente el 7 de diciembre 2016, cuando se presentaron los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés: Programme for International Student Assessment), en el que participaron 540,000 estudiantes de 15 años de edad de 72 países que realizaron la prueba que aplica cada tres años la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
La desesperanza se genera con titulares como los siguientes: “En las tres disciplinas, ciencia, matemáticas y lectura, el sistema educativo mexicano quedó evaluado en los últimos lugares” o “A quince años de la realización de la primera prueba México no logra salir del sótano”. El secretario general de la OCDE, por su parte, añade que «una década de descubrimientos científicos no se ha traducido en avances significativos en la educación de ciencia en los colegios».
En la edición de esta prueba México figura en los últimos lugares, con un promedio de 416 puntos en ciencias, mientras Singapur superó a la mayoría con un promedio de 556. Canadá es el mejor de América, con 528, mientras que el sistema educativo de Chile obtuvo un promedio de 447.
La media de la OCDE (493 puntos) supone un nivel en el que “los estudiantes pueden recurrir a contenidos y procedimientos científicos básicos, que conocen para identificar una explicación apropiada, interpretar datos y reconocer la cuestión que trata un experimento simple”.
El factor económico incide en el desempeño de los jóvenes, pues en los países donde existen más desigualdades hay puntajes más bajos, mientras que los países más igualitarios poseen mejor rendimiento. Es el caso de Canadá, Hong Kong y Dinamarca. En su artículo, Juan Carlos Tedesco identifica los desafíos de Latinoamérica que frenan su avance educativo.
La evaluación educativa es indispensable para diagnosticar dónde estamos y qué nos hace falta. Para exigir una educación mejor, la sociedad requiere información precisa y confiable. Así lo señalan Rafael Vidal Uribe, directivo de organismos evaluadores, y Felipe Martínez Rizo, primer director del INEE, quien narra los 10 primeros años del instituto, en un artículo que reproducimos en este número con el fin de dar contexto a la ingente tarea del INEE.
Ese sigue siendo un reto para el INEE, y nuestra revista, El Mundo de la Educación, aspira a contribuir a la crítica, el debate y las propuestas educativas que nos ayuden a forjar un México más desarrollado en todos los ámbitos.
Ángel M. Junquera Sepúlveda
Director
Deja una respuesta