Dentro del sector educativo pareciera que el subsector de la educación superior es “otra cultura” que divide lo universitario de lo no universitario, escribe Jesús Jiménez Sánchez en el número uno de esta revista dedicada, precisamente, a la educación superior. Pero ¿podría ser de otra manera? La educación superior posee características singulares, un marco normativo propio y mayor libertad en su autoorganización.
Se distingue de la educación básica y de la media superior, principalmente, por la especificidad de su cuerpo docente y sus funciones sustantivas: docencia, investigación, difusión y vinculación con el Estado, el entorno productivo y el mercado laboral.
Este subsector cuenta, en México, con tres millones y medio de alumnos, matriculados en instituciones públicas (70%) y de sostenimiento privado (30%). Si tomamos en cuenta que en 1988 había poco más de un millón de estudiantes, ha habido un acelerado crecimiento en los últimos años. Pese a ello, distamos de optimizar la cobertura de educación superior entre los jóvenes.
El rector de la UNAM, Enrique Graue, explica a El Mundo de la Educación que la cobertura es de 37%, lo que equivale a decir que de cada 10 jóvenes de 19 a 24 años de edad, tres o cuatro cursan alguna carrera profesional. Sin embargo, cientos de miles quedan fuera. ¿Esto es sano desde una perspectiva social o no? Pero la cobertura no es el único reto que enfrentamos: hoy día, se debate el futuro mismo de la universidad, afirma también en entrevista José Antonio Lozano, rector general de la Universidad Panamericana, al abordar el tema desde la perspectiva de las universidades privadas.
Pere Solá se pregunta: “¿Qué utilidad tiene exigir a diestra y siniestra una universidad ‘productiva’ y ‘competitiva’, si los docentes no se sitúan certeramente frente a la nueva generación?” Expone sus reflexiones a la luz de la pregunta que Ortega y Gasset hizo desde los años treinta del siglo pasado sobre la misión de la universidad.
Vivimos, sin duda, una época de cambios. El desarrollo tecnológico explica muchos de ellos. La educación superior no puede ser ajena a ellos. Así, el artículo de Francisco Michavila y Jorge Martínez —ambos de la cátedra UNESCO— provee el contexto, al dar un panorama global de reformas, tendencias y retos, algunos en sintonía con lo expresado por seis académicos e investigadores mexicanos que, en nuestra encuesta, responden a la pregunta: ¿Cuáles son los principales retos de la educación superior en México?
Los seis mencionan desafíos como la cobertura, la docencia de calidad, el paradigma humanista, la renovación de la planta docente, la coherencia entre la reputación universitaria y sus quehaceres. Entre ellos, la mejora de la calidad de la enseñanza y los aprendizajes en los estudiantes. Esto, claro, además de una educación relevante y pertinente que permita a los egresados insertarse no solamente en el mundo del trabajo, sino en una sociedad que exige respuestas a problemas de salud, contaminación y migración, entre otros muchos.
Sobre esto último tema trata el artículo de Carmen García Higuera, quien explica qué son los dreamers, pregunta que muchos se hacen a raíz de los anuncios en medios de comunicación. Complementa este número el comentario de Benito Guillén Niemeyer sobre la reciente reforma educativa, que facilita la revalidación de estudios de dreamers o mexicanos que, de niños, llegaron a Estados Unidos y están dentro del sistema educativo estadounidense con peligro de ser deportados por las políticas del presidente Donald Trump.
Con este número, El Mundo de la Educación, asociado a la célebre revista española Cuadernos de Pedagogía, pretende contribuir al debate sobre un tema que debe interesar a todos los mexicanos… sean universitarios o no.
* Director de El Mundo de la Educación.
Deja una respuesta