Carlos Ornelas, primer mexicano que obtuvo el doctorado en Educación en la Universidad de Stanford, en 1980, profesor de Educación y Comunicación y coordinador del doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco, y autor de numerosos libros sobre el sistema educativo mexicano, representa una de las voces más autorizadas para analizar el nuevo modelo educativo que impulsa la presente administración, tema del que nos habla en esta entrevista.
¿Crees que el nuevo modelo resolverá las deficiencias del sistema educativo mexicano? ¿Es innovador? ¿Es ambicioso o es más de lo mismo?
Primero creo que valdría la pena hablar de sus antecedentes, pues hubo dos consultas distintas para un mismo fin, que es presentar el documento que ahora se llama modelo educativo para la educación obligatoria: educar para la libertad y la creatividad, desapareciendo el adjetivo nuevo en el documento de 2017, que ya compiló el secretario Aurelio Nuño.
La primera consulta se realizó en junio de 2014 donde el secretario Emilio Chuayffet convocó a los primeros foros para discutir el nuevo modelo educativo. Fueron 18 foros regionales y tres nacionales, cada uno con consejos asesores de cinco académicos de trayectoria reconocida que daban el seguimiento. Por ejemplo, recuerdo el foro sobre educación básica coordinado por la subsecretaria de Educación Básica, Alba Martínez Olivé, con gente de gran nivel, como Manuel Gil, María Ibarrola, Conchita Barrón. Fueron foros de mucha apertura que se videograbaron y se publicaron en la red.1 Me consta que no hubo censura, pues yo participé como invitado en el Foro de las Normales de Boca del Río y de Educación Básica en Durango; además, fui observador en otros dos. La discusión fue muy rica y dirigida a elaborar el documento sobre el modelo educativo. La ruta fijada por el secretario Chuayffet consistía en presentar en septiembre de 2016 el documento final, para ponerlo en práctica en 2017. Para su construcción se incorporaron y se sistematizaron los comentarios de los consejeros, de los maestros —tanto de los apoyadores como de los opositores—, de gente que sabía de lo que hablaba. Los consejeros elaboraron dictámenes individuales con recomendaciones que apuntaban a lograr en el alumno mayor solidez, creatividad y libertad desde la formación inicial, metas realmente comunes en el ambiente internacional. Es decir, que se necesitaba cirugía mayor para tener un mejor modelo educativo. Hay que agregar que a los foros fueron muchos normalistas a defender su territorio y hubo momentos en que sus intervenciones parecieron consignas. Entonces cambió el discurso del que era subsecretario de Educación Superior, Fernando Serrano Migallón, presionado por la urgencia política de reconquistar Oaxaca, que también era el plan de Chuayffet. No obstante, el subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda, lo boicoteaba sin darle oportunidad de terminar lo que había comenzado. Sin embargo, en julio de 2015 los gobiernos de Oaxaca y el federal recuperaron el Instituto Estatal de Educación Pública del estado, que era el plan del secretario Chuayffet desde el año anterior. Pero tanto por el desgaste político como por su diabetes, Emilio Chuayffet enfermó y estuvo fuera de la oficina durante tres semanas. Sospecho que fue cuando el presidente Peña Nieto decidió que era el tiempo de relevarlo.
Nuño arribó en agosto de 2015 y en lugar de retomar lo que se había avanzado, comenzó a hacer su propia consulta, con grupos más focalizados: gobernadores, legisladores, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), y luego con investigadores del Distrito Federal y de diferentes regiones del país. También fui observador de algunos foros, y aunque había libertad de expresión, las discusiones estaban limitadas por los cinco ejes temáticos: 1) cambio pedagógico, 2) escuela al centro, 3) formación profesional docente, 4) equidad e inclusión y 5) nueva gobernanza educativa. En dos meses el secretario Nuño llevó a cabo una recomposición burocrática y en 2016 anunció el nuevo modelo educativo, y si ves el libro blanco de 2017 ya tiene el subtítulo “Educar para la libertad”, entre otros cambios importantes.
¿Cuáles son esos cambios importantes? ¿Era mejor el modelo que se estaba construyendo con Chuayffet? Al final, ¿se rescató algo de las primeras consultas?
Emilio Chuayffet no alcanzó a publicar su modelo. No se puede saber si era mejor o peor. Los cambios entre la versión de 2016, que es la que Nuño utilizó para su consulta, y la versión de marzo de 2017, que es el documento oficial, incorporan asuntos que no aparecieron el libro blanco de 2016. Por ejemplo, se antepone la formación al desarrollo profesional docente (una demanda de los maestros); incluye a las escuelas multigrado; define aprendizaje situado y aprendizaje significativo; concede 20% de autonomía curricular para las escuelas; eleva las tareas de los consejos técnicos escolares, y expone más detalles de la inclusión y la equidad.
En síntesis, en tu opinión, ¿cuáles son los aciertos del modelo educativo que se está impulsando actualmente y cuáles sus debilidades?
Los aciertos: 1) ofrece una visión de la educación que se desea para el futuro de México; 2) pone énfasis en el aprendizaje, sin descuidar la enseñanza; 3) los cinco capítulos del modelo son ejes programáticos que se pueden poner en práctica (las estrategias que Nuño anunció después para la enseñanza del inglés y el fortalecimiento de las normales son ejemplos de ello); 4) con excepción de una errata en la página 76, el texto es claro, escrito con una prosa sencilla y, a la vez, con argumentos bien documentados (a veces hasta en exceso).
Las debilidades: 1) un contexto enrevesado (las campañas por la presidencia); 2) la debilidad política del presidente Peña Nieto; 3) la resistencia pasiva de muchos docentes que no están convencidos de la reforma; 4) la acción de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), con su movilización agresiva a comienzos del ciclo escolar; 5) la incertidumbre sobre lo que hará el siguiente gobierno, aun en caso de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ganara la elección.
En nuestra conversación se trasluce que consideras a dos grandes enemigos para la transformación del sistema educativo: el sindicato y los gobiernos de los estados… En cuanto al primero, que habita las secciones del SNTE y de su comité ejecutivo, ¿consideras que el actual gobierno logró quitarle fuerza, luego de disminuirlo como opositor de la reforma educativa?
Sí, el SNTE, sobre todo después de que el gobierno encarceló a Elba Esther Gordillo, comenzó a debilitarse (hay averiguaciones previas sobre muchos integrantes del comité ejecutivo nacional); les quitó el control de las plazas y de las trayectorias de los docentes. Acabó, al menos en las secciones federalizadas, con la herencia, la renta y la compraventa de plazas; les quitó comisionados y eliminó a muchos aviadores de la nómina. Pero el SNTE sigue siendo una fuerza formidable. Pienso que sus líderes levantarán la cabeza en cuanto comiencen las campañas presidenciales. Juan Díaz de la Torre está haciendo un ejercicio en paciencia. Estoy convencido de que sueña con un cacicazgo, como sus predecesores. Para ello, necesita aparentar independencia e iniciativa. Enseñará sus garras. Muy pronto va a criticar lo que hoy alaba.
En cuanto al segundo enemigo, ¿consideras que en general los estados no estuvieron a la altura de lo que en tu libro de 2008, Política, poder y pupitres llamaste “nuevo federalismo educativo”? ¿Crees que algunos estados sí lograron una descentralización exitosa?
No, cada vez me convenzo de que ningún gobierno estatal estuvo a la altura. Si bien hubo esfuerzos de los gobiernos del Partido Acción Nacional (PAN) al comienzo de la descentralización en Chihuahua y Nuevo León, en Aguascalientes con Otto Granados, en Puebla con Bartlett y en Tabasco con Madrazo (en estos dos últimos el encono con el presidente Zedillo quizá explique —al menos en parte— por qué los gobernadores le entraron y debilitaron a las secciones de sus estados). Pero en cuanto se fueron, los líderes locales recolonizaron lo que perdieron con esos gobernadores. Los panistas no pudieron contra el SNTE y el gobierno federal no los apoyó. La tecnología del poder del sindicato, bajo la dirección de la señora Elba Esther Gordillo, no les dejó espacios.
En los nuevos modelos educativos, tanto de México como de Latinoamérica, ¿crees, como lo hacen algunos críticos, que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) tiene demasiada injerencia en nuestras políticas educativas?
Incide, pero no tanto como se piensa. Hablo de esto en el libro que estoy escribiendo y que espero terminar pronto; en un capítulo analizo el Estado evaluador y la influencia de organismos intergubernamentales, como la OCDE y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Hay una corriente teórica que llamo neoimperialismo cultural, no el conceptualizado en los años setenta como imperialismo cuando los gobiernos coloniales conquistaron África y llegaron a imponer el sistema a imagen y semejanza de la metrópoli, para educar a una élite a su servicio. Hoy ya no son países los que imponen un modelo cultural, sino organismos intergubernamentales con mecanismos más complejos, como los incentivos monetarios del Banco Mundial que concede préstamos al país que ponga en práctica sus políticas. La OCDE hoy tiene la preeminencia, pues se convirtió en una organización hegemónica debido a la aplicación de la prueba PISA a personas de 15 años. Formula rankings de los sistemas educativos alrededor del mundo. PISA, por una parte, es un instrumento de evaluación pero, por otra parte, es una herramienta de política educativa; aunque también antes de PISA la OCDE influía con sus documentos de Education At a Glance y los Policy Papers por país, que incluyen sus propuestas de reforma. Hay una especie de modelo internacional de reformas educativas que Pasi Sahlberg, el finlandés que fue secretario de Educación, llama GERM por sus iniciales en inglés: global education reform movement, y que coincide con lo que está pasando en México, Argentina, Singapur y muchas otras partes del mundo.
¿Por qué está sucediendo esto?
Hay varias explicaciones. Unos tienen la teoría de un imperialismo que está dictando lo que hay que hacer en materia económica y educativa. Otra teoría es la de la cultura mundial, la cual sostiene que la humanidad se encamina hacia una cultura global que empezó desde el siglo XIV con el comercio internacional y que es antecedente del fenómeno que ocurre ahora en las escuelas y los sistemas educativos nacionales, que lanzan programas y reformas parecidas. Lo llaman isomorfismo cultural y encuentran su origen en la globalización. En la primera teoría hay una imposición; en la segunda, una visión neutra del fenómeno. Entre estos dos polos hay otra tendencia relativamente joven que me atrae y que es la que estoy utilizando para mi análisis, que es la del prestatario y el prestamista, figuras que tienen que ver con algo tan viejo como los mismos sistemas educativos. En el ambiente internacional hay posturas y aspiraciones sobre cómo debe ser la educación de los ciudadanos; gobernantes y líderes de los países toman prestado lo que les parece conveniente y lo adaptan a su manera. El ejemplo más bello y que está bien documentado es el japonés, que con la restauración de la dinastía Meiji decidió que para alcanzar a los países occidentales debe aprender sobre sus sistemas educativos. Por eso enviaron misiones de educadores japoneses a Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, para que conocieran cómo organizaban su educación y llevaran esas enseñanzas para su aplicación en Japón. Así, los primeros diseños del sistema educativo japonés en el siglo XIX fueron importaciones, pero hechas con soberanía, pues los japoneses escogieron lo que les interesaba.
En México tenemos otro ejemplo de prestamista y prestatario con la inauguración de la Escuela Nacional Preparatoria en 1867, que en lo curricular siguió los lineamientos positivistas que trajo Gabino Barreda de Francia, quien había sido alumno de Augusto Comte. El positivismo entonces fue importado, “prestado”, y Barreda convenció a Benito Juárez de que había que ponerlo en práctica en la Escuela Nacional Preparatoria, no solamente como sugería Comte con la enseñanza de la ciencias, las matemáticas y el lenguaje, sino también con la enseñanza de la historia y la geografía, pues México se encontraba en proceso de construir una nación. O sea, escogimos del prestamista lo que convenía aquí, aunque Comte se hubiera enojado porque su alumno no siguió al pie de la letra sus recomendaciones. Es así como interpreto la actual reforma y las anteriores, como asunto de prestatario y prestamista. Por ejemplo, la descentralización del sistema educativo en 1992 coincide con lo que el Banco Mundial promovía, pero no fue impuesto. Un caso más reciente, es la intervención de la OCDE con la reforma educativa de 2013. La secretaria Josefina Vázquez Mota firmó un acuerdo con la OCDE pidiéndole apoyo para establecer la reforma pues la traía asoleada Elba Esther Gordillo, a golpes y a sombrerazos, y no pasaba día que no le tirara piedras. Vázquez Mota, pues, necesitaba algún asidero, y convenció a Felipe Calderón de convenir con la OCDE apoyo para construir un modelo educativo. En 2010 la OCDE entregó una propuesta de 15 puntos, de los cuales unos quedaron plasmados en la Ley General de Educación, otros en la del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y otros más en la Ley General del Servicio Profesional Docente. Propuso dar mayor énfasis a la evaluación de los estudiantes y a la evaluación formativa para los docentes. Pero no es algo que decidió la OCDE; más bien fue una decisión soberana. Es más, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el PAN participaron en el Pacto por México, que apuntó a la necesidad de que la reforma educativa tuviera como sus primeros objetivos hacer una mudanza laboral y administrativa. La OCDE y otros organismos prestamistas pueden influir hasta cierto punto en ciertas políticas educativas, algunas alineadas con las definiciones del prestatario; por ejemplo, la concepción de lo que es calidad educativa, pero los detalles son una adaptación de acuerdo con los intereses institucionales del prestatario.
Y, para terminar, ¿ya tienes título este nuevo libro?
Si, se llamará Globalización, corporativismo y democracia: la contienda por la educación.
Carlos Ornelas es profesor de educación y comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Xochimilco, con doctorado en educación por la Universidad de Stanford. Sus proyectos de investigación se concentran en política educativa, descentralización y federalismo, cambio institucional e inclusión social, y reforma universitaria. Ha sido profesor visitante en diversas instituciones de educación superior como el Centro de Investigación y Docencia Económicas, la Universidad Iberoamericana, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Harvard, Columbia University y la Universidad de Hiroshima.
1 www.forosdeconsulta2014.sep.gob.mx.
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