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El Mundo de la Educacion

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Home - Entrevistas - El presente artículo aporta un instrumento de planeación didáctica que busca la integración de los elementos culturales de rarámuris en la sierra Tarahumara al currículum oficial mexicano en primaria (metodología denominada PICRE), con el fin de propiciar una enseñanza intercultural. Existen grandes asimetrías en la educación ofrecida a los niños y a las niñas indígenas en México. Según datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), la educación rural es la de menor calidad en el país; de ella, la educación indígena es la más rezagada, y de la educación indígena, Chihuahua y Chiapas poseen los índices más bajos en la mayoría de los indicadores de calidad: deserción, aprovechamiento, asistencia y capacitación docente. Aunque se ha buscado impulsar políticas educativas que consideren la diversidad, en la práctica poco se ha logrado avanzar en esta línea. La educación escolarizada en la Sierra Tarahumara ha sido un elemento contradictorio en la historia de los pueblos indígenas de la región. Por un lado, es una institución aceptada —mas no apropiada— en muchas comunidades; por el otro, la escuela es una de las instituciones más relacionadas con el debilitamiento de elementos fundamentales de la cultura. Parte de esta problemática se explica porque los contenidos educativos resultan ser poco relevantes y pertinentes culturalmente. Se ha implantado el mismo modelo de escuela para todos los niños del país, sin considerar las particularidades y las necesidades de los distintos contextos sociales. No se reflexiona en que las comunidades indígenas prefieren el trabajo colectivo al individual, y que los niños desde pequeños participan en las actividades comunitarias, y aprenden observando y haciendo. En pocas palabras, la escuela no tiene sentido para la comunidad rarámuri. Para lograr la equidad es necesario considerar las diferencias de los distintos grupos a los que se dirige la educación. Entre los aspectos fundamentales que hay que tomar en cuenta están: el contexto cultural, la lengua, las necesidades propias y las expectativas de las comunidades en relación con lo que ellos desean que sus hijos aprendan, además de reflexionar sobre las formas en que los niños y las niñas aprenden y se desarrollan en sus comunidades. Los rarámuri habitan en el estado de Chihuahua, en la Sierra Tarahumara. Al igual que otras culturas del norte de México, los rarámuri son seminómadas, debido principalmente a cuestiones de cosmovisión, climáticas, ecológicas y laborales, y al destierro del que han sido objeto por parte de los mestizos. Para los educadores es complicado cumplir con su labor, no sólo por las implicaciones que tiene la escuela de facto, sino por la dispersión de las viviendas, lo que ocasiona un nivel considerable de ausentismo por parte de los estudiantes, quienes faltan a clases con suma facilidad. A eso se suma el carácter de seminómadas en los rarámuri. En ocasiones, las comunidades quedaban casi vacías y la población que asistía a las escuelas se veía mermada entre temporada y temporada. Considerando lo anterior se realizó una investigación junto con los maestros de la comunidad, sobre elementos esenciales de la cultura rarámuri, para determinar cómo incorporarlos en sus prácticas educativas. Se sistematizaron los datos y la documentación sobre la cultura rarámuri, la definición de categorías de trabajo, talleres con docentes y miembros de la comunidad, así como visitas a la escuela de Bawinocachi. Todo lo anterior permitió diseñar el instrumento de planeación didáctica que presentamos aquí. Entra tabla en jpg Conclusiones Entre los resultados positivos de esta experiencia se incluyen los siguientes: – La conciencia, por parte de los profesores de la escuela de la misión, de la necesidad de capacitarse y actualizarse para ser mejores profesores, así como una actitud positiva hacia los procesos de formación continua para mejorar su práctica docente. – El establecimiento de mecanismos de vinculación entre investigadores universitarios, estudiantes de licenciatura y profesores de Bawinocachi que permiten el trabajo conjunto para la mejora de los procesos de enseñanza y de aprendizaje en la Escuela Antonio de Oreña. – El desarrollo de una metodología de diseño instruccional —denominada PICRE—, que facilita a los docentes vincular los contenidos temáticos de la Secretaría de Educación Pública y los elementos de su cultura. – El desarrollo de esta investigación también puso en contacto a estudiantes de licenciatura con una realidad a la que pueden aportar elementos para mejorar la calidad de la educación básica desde su formación pedagógica. – También se establecieron mecanismos de vinculación escuela-comunidad, propiciando una mejor recepción de los profesores rarámuri en su propia comunidad, así como la participación de los adultos y de las autoridades morales. Nota * Investigadores de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. Este proyecto lo llevaron a cabo académicos y estudiantes de los departamentos de Educación e Historia y miembros de la Coordinación de Interculturalidad y Asuntos Indígenas de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, en colaboración con académicos del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) y miembros de un organismo no gubernamental denominado Servicios Integrales Émuri (SINE), con sede en Creel, Chihuahua. Para los lectores a quienes les interese conocer más ampliamente esta experiencia desarrollada con los rarámuri, se les recomienda consultar el “Instrumento de planeación para integrar la cultura de pueblos indígenas al currículo oficial mexicano”, Revista Panamericana de Pedagogía. Saberes y Quehaceres del Pedagogo, núm. 23 (2016): 15-35, de los mismos autores (http://portalderevistasdelaup.mx/revistapedagogia/index.php/pedagogia/article/view/230/243).

El presente artículo aporta un instrumento de planeación didáctica que busca la integración de los elementos culturales de rarámuris en la sierra Tarahumara al currículum oficial mexicano en primaria (metodología denominada PICRE), con el fin de propiciar una enseñanza intercultural. Existen grandes asimetrías en la educación ofrecida a los niños y a las niñas indígenas en México. Según datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), la educación rural es la de menor calidad en el país; de ella, la educación indígena es la más rezagada, y de la educación indígena, Chihuahua y Chiapas poseen los índices más bajos en la mayoría de los indicadores de calidad: deserción, aprovechamiento, asistencia y capacitación docente. Aunque se ha buscado impulsar políticas educativas que consideren la diversidad, en la práctica poco se ha logrado avanzar en esta línea. La educación escolarizada en la Sierra Tarahumara ha sido un elemento contradictorio en la historia de los pueblos indígenas de la región. Por un lado, es una institución aceptada —mas no apropiada— en muchas comunidades; por el otro, la escuela es una de las instituciones más relacionadas con el debilitamiento de elementos fundamentales de la cultura. Parte de esta problemática se explica porque los contenidos educativos resultan ser poco relevantes y pertinentes culturalmente. Se ha implantado el mismo modelo de escuela para todos los niños del país, sin considerar las particularidades y las necesidades de los distintos contextos sociales. No se reflexiona en que las comunidades indígenas prefieren el trabajo colectivo al individual, y que los niños desde pequeños participan en las actividades comunitarias, y aprenden observando y haciendo. En pocas palabras, la escuela no tiene sentido para la comunidad rarámuri. Para lograr la equidad es necesario considerar las diferencias de los distintos grupos a los que se dirige la educación. Entre los aspectos fundamentales que hay que tomar en cuenta están: el contexto cultural, la lengua, las necesidades propias y las expectativas de las comunidades en relación con lo que ellos desean que sus hijos aprendan, además de reflexionar sobre las formas en que los niños y las niñas aprenden y se desarrollan en sus comunidades. Los rarámuri habitan en el estado de Chihuahua, en la Sierra Tarahumara. Al igual que otras culturas del norte de México, los rarámuri son seminómadas, debido principalmente a cuestiones de cosmovisión, climáticas, ecológicas y laborales, y al destierro del que han sido objeto por parte de los mestizos. Para los educadores es complicado cumplir con su labor, no sólo por las implicaciones que tiene la escuela de facto, sino por la dispersión de las viviendas, lo que ocasiona un nivel considerable de ausentismo por parte de los estudiantes, quienes faltan a clases con suma facilidad. A eso se suma el carácter de seminómadas en los rarámuri. En ocasiones, las comunidades quedaban casi vacías y la población que asistía a las escuelas se veía mermada entre temporada y temporada. Considerando lo anterior se realizó una investigación junto con los maestros de la comunidad, sobre elementos esenciales de la cultura rarámuri, para determinar cómo incorporarlos en sus prácticas educativas. Se sistematizaron los datos y la documentación sobre la cultura rarámuri, la definición de categorías de trabajo, talleres con docentes y miembros de la comunidad, así como visitas a la escuela de Bawinocachi. Todo lo anterior permitió diseñar el instrumento de planeación didáctica que presentamos aquí. Entra tabla en jpg Conclusiones Entre los resultados positivos de esta experiencia se incluyen los siguientes: – La conciencia, por parte de los profesores de la escuela de la misión, de la necesidad de capacitarse y actualizarse para ser mejores profesores, así como una actitud positiva hacia los procesos de formación continua para mejorar su práctica docente. – El establecimiento de mecanismos de vinculación entre investigadores universitarios, estudiantes de licenciatura y profesores de Bawinocachi que permiten el trabajo conjunto para la mejora de los procesos de enseñanza y de aprendizaje en la Escuela Antonio de Oreña. – El desarrollo de una metodología de diseño instruccional —denominada PICRE—, que facilita a los docentes vincular los contenidos temáticos de la Secretaría de Educación Pública y los elementos de su cultura. – El desarrollo de esta investigación también puso en contacto a estudiantes de licenciatura con una realidad a la que pueden aportar elementos para mejorar la calidad de la educación básica desde su formación pedagógica. – También se establecieron mecanismos de vinculación escuela-comunidad, propiciando una mejor recepción de los profesores rarámuri en su propia comunidad, así como la participación de los adultos y de las autoridades morales. Nota * Investigadores de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. Este proyecto lo llevaron a cabo académicos y estudiantes de los departamentos de Educación e Historia y miembros de la Coordinación de Interculturalidad y Asuntos Indígenas de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, en colaboración con académicos del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) y miembros de un organismo no gubernamental denominado Servicios Integrales Émuri (SINE), con sede en Creel, Chihuahua. Para los lectores a quienes les interese conocer más ampliamente esta experiencia desarrollada con los rarámuri, se les recomienda consultar el “Instrumento de planeación para integrar la cultura de pueblos indígenas al currículo oficial mexicano”, Revista Panamericana de Pedagogía. Saberes y Quehaceres del Pedagogo, núm. 23 (2016): 15-35, de los mismos autores (http://portalderevistasdelaup.mx/revistapedagogia/index.php/pedagogia/article/view/230/243).

David Stofenmacher, rector de la Universidad Tecnológica Latinoamericana en Línea (UTEL), explica las peculiaridades de esta modalidad que cada día se impone más en un mundo dependiente de las tecnologías de la información y la comunicación.


 

Como emprendedor y apasionado de la educación, David Stofenmacher —rector de la Universidad Tecnológica Latinoamericana en Línea (UTEL), la primera universidad cien por ciento en línea de México— vislumbró la importancia de implementar la tecnología al proceso de enseñanza-aprendizaje, aun en un momento en el que, para muchos, resultaba poco viable. En esta entrevista explica las peculiaridades de esta modalidad que cada día se impone más en un mundo dependiente de las tecnologías de la información y la comunicación.

 

 

¿Cómo se gestó la idea de implementar un modelo educativo digital?

De unos años a la fecha, la tecnología ha crecido con mayor rapidez y es innegable que la evolución digital vino a replantearnos todos los aspectos de nuestras vidas; la educación —entendiéndose como el mayor transformador social— no podía (ni debía) quedarse atrás.

Por ello, la educación en línea surgió como una alternativa para quienes desean continuar su preparación profesional, pero cuyo estilo de vida dista del modelo tradicional o para quienes simplemente intentan nuevas formas de adquirir conocimiento. Es la posibilidad de adaptar el proceso educativo en un entorno digital diseñado específicamente para ese fin.

Dicha adaptación habría de contemplar una nueva metodología para la impartición de las asignaturas, la participación, la evaluación, los materiales y las herramientas, la comunicación entre los involucrados; es decir, implica una reestructuración completa.

Para la Universidad Tecnológica Latinoamericana (UTEL) un modelo educativo en línea no sólo debe vincularse a una pedagogía activa, en la que los estudiantes se involucren en discusiones y procesos de pensamiento para ser capaces de aplicar lo aprendido en su entorno inmediato, sino también debe generar una novedosa experiencia educativa; debe tener la agilidad para adaptarse al cambio y ser hipersensible a la tecnología.

 

¿A qué le atribuye el creciente interés en este modelo? ¿Cuáles son los principales motivos que han permitido la inserción y el posicionamiento de la educación en línea?

La flexibilidad de que cada alumno pueda organizar sus actividades, gracias a que no es necesario trasladarse a un lugar específico y en un horario determinado, como una alternativa para combatir el rezago y la deserción educativa, en buena medida es por lo que este modelo educativo gana cada día más terreno, pues, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet, 68% de quienes estudian en línea lo hacen por la disponibilidad de horario.

Otra cualidad es el ahorro económico, pues los alumnos no invierten en libros ni en otros materiales educativos. UTEL, por ejemplo, cuenta con nueve bibliotecas virtuales en las que se puede consultar una gran cantidad de materiales digitales que apoyan el estudio. Además, favorece la calidad de vida, con el ahorro de tiempo. Los alumnos de este modelo —al menos para estudiar— no requieren pasar largas horas enfrascados en el tráfico y, por ende, gastar en gasolina o en pasajes.

Conforme ha transcurrido el tiempo, tanto las instituciones como los alumnos hemos descubierto beneficios adicionales, como la posibilidad de incrementar la cobertura y el desarrollo de la oferta académica con mayor certeza de los requerimientos que exige el ámbito laboral, con mayor rapidez y nivel de especialización.

Asimismo, su enfoque pragmático ha permitido la adquisición de conocimientos que fácilmente se puedan aplicar en el entorno laboral, así como el desarrollo de habilidades tecnológicas, simultáneamente a la adquisición de los conocimientos propios de cada disciplina, sin mencionar el nivel de responsabilidad y autogestión que logran adquirir los egresados.

En resumen, considero que en un mundo tan acelerado y en el que se deben cumplir diversos compromisos a la vez, la posibilidad de ser dueño de nuestro propio tiempo y ser cada vez más autónomo es sumamente valorado.

 

¿Qué porcentaje representa este modelo educativo en el contexto nacional?

De acuerdo con el más reciente estudio realizado por la Asociación Mexicana de Internet, A.C., sobre la educación en línea en México, 36% de las personas que están cursando algún tipo de programa académico lo hace en línea, reforzando otros estudios que proyectan que, a muy corto plazo, la cifra aumentará y cerca de 50% de la educación superior será impartida a través de este modelo.

 

¿Qué diferencias encuentra entre el estudiante tradicional y el estudiante digital?

El ser humano ha cambiado, ya sea por gusto o por necesidad, por lo cual jóvenes y adultos nos hemos tenido que involucrar con la tecnología. El estudiante en general piensa de diferente manera, ha modificado sus hábitos y ambos modelos educativos tienen implicaciones tecnológicas.

Sin embargo, en cuanto al proceso formativo, podría decir que mientras el alumno tradicional juega —hasta cierto punto— un papel pasivo, recibiendo la información previamente procesada por el profesor, el alumno en línea —creo yo— es más crítico y ambicioso de la información, pues sabemos que busca fuentes adicionales. Además, el formato de aprendizaje basado en casos le exige cuestionar todo, investigar, contraponer y proponer alternativas.

 

¿Cómo cree que lo anterior ha modificado el papel del docente?

Si bien este modelo educativo se caracteriza por fomentar la autogestión del alumno, el profesor es el vínculo más importante entre la información y el aprendizaje. Por esta razón su papel se encuentra estrechamente relacionado con la tarea de guiar al alumno en la búsqueda correcta de información para construir un mejor conocimiento.

Además de su función de facilitador del proceso, generador de la interacción y del uso de las herramientas de aprendizaje, también juega un papel muy importante como motivador.

Se caracteriza por estar comprometido con los estudiantes en la exploración de las nuevas tecnologías y en la solución de problemas. Asimismo, promueve el análisis y el debate de los estudiantes entre sí, utilizando instrumentos digitales.

 

¿Cuáles son los retos que ha logrado vencer la modalidad en línea y cuáles quedan por superar?

Sin lugar a dudas, el temor a lo desconocido, a lo novedoso. Erróneamente se cree que es un modelo para jóvenes; sin embargo, las instituciones educativas hemos hecho esfuerzos por hacer plataformas cada vez más amigables.

Por supuesto que las dudas acerca del proceso y, sobre todo, de la validez, han sido recurrentes, por eso nos ocupamos en ser muy transparentes al respecto y mostrar que efectivamente tenemos el respaldo de la autoridad educativa, que, por su parte, tiene interés en mantener los estándares y asegurar la calidad permanente.

Asimismo, hemos trabajado en despejar la creencia de que es más sencillo que estudiar una carrera presencial, lo cual es completamente relativo, pues existen muchas variables no sólo del grado y el programa académico que se trate, sino de las capacidades y la disposición del alumno.

No pretendemos suplir la educación tradicional. Nuestro papel es enriquecerla y transformarla; por eso diariamente trabajamos en perfeccionar nuestro sistema, para que siga brindando la oportunidad a más personas de conseguir sus objetivos académicos.

 

¿Cómo ha participado la UTEL en la transformación del panorama nacional de la educación en línea?

La UTEL fue pionera como institución educativa en línea. Eso no existía en México hace 11 años que se inició con la idea; nunca fuimos una institución tradicional, sino que siempre pensamos en este modelo, en romper un sinfín de paradigmas que envuelven a la educación.

Innovamos los procesos, incluso de matriculación. Hemos participado activamente en cambiar la perspectiva de los mexicanos con respecto a la participación tecnológica en los procesos educativos, que en otros países ya está instaurada.

Adaptándonos a la tendencia móvil y con 81% de los internautas conectándose regularmente a través de un Smartphone, hemos integrado el uso de la gamification a través de EdUTEL, una aplicación que ofrece una experiencia diferente y que permite mejorar el desempeño escolar, interactuar de forma cotidiana con compañeros y maestros y tener información on the go sobre las calificaciones, los exámenes y las tareas pendientes.

Actualmente contamos con cuatro doctorados, 25 maestrías, 26 licenciaturas, 19 programas internacionales y preparatoria, todos cien por ciento en línea. Nos avalan nuestros 27,000 estudiantes en 32 países, 800 profesores, más de 11,000 graduados y un equipo de 1,200 colaboradores que trabajamos día a día para mejorar la educación en línea.

 


 

 

David Stofenmacher Berenstein es sociólogo y emprendedor. Su trayectoria profesional siempre ha estado ligada al ámbito educativo y tecnológico.

Su interés por llevar educación de calidad a lugares donde la oferta es limitada lo llevó a desarrollar la UTEL, una opción innovadora enfocada en permitir a las personas que desean crecer profesionalmente, el aprovechamiento y la utilización de la tecnología como medio de aprendizaje.

 

Categoria: Entrevistas
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