Capacidad de adaptación y de respuesta rápida suponen ingredientes esenciales para el diseño e implementación de estrategias de innovación educativa durante la contingencia sanitaria. El proceso no es fácil; exige la alineación de objetivos, trabajo en equipo y liderazgo. A cargo de la Vicerrectoría Académica y de Innovación Educativa de la Universidad Panamericana (UP), María Teresa Nicolás Gavilán comparte la experiencia de lo que ha sido crear —y echar a andar— un proyecto que responda al complejo engranaje de circunstancias actuales, sin descuidar el más mínimo detalle.
¿Qué es y cómo surge Apolo 21?
Para entender lo que es Apolo 21,1 hay que regresar a esa mañana del viernes 13 de marzo, cuando tuvimos la reunión de emergencia en la rectoría de la Universidad Panamericana para ver qué sucedería en caso de que el gobierno decretara la suspensión de actividades. Fue el momento para pensar en la respuesta que daríamos para migrar de un sistema de clases presencial a uno online. Tras consultar con los directores sobre la experiencia de sus facultades en clases en línea, me dediqué el fin de semana a elaborar la estrategia de docencia online, que partió de mi vicerrectoría. Lo que encabezaba la estrategia era la capacitación a los profesores, organizando rápidamente cursos en línea para que supieran manejar Moodle y sistemas de videoconferencias, y preparando guías para dar clase a través de estas plataformas. Lo impresionante de la UP fue que este anuncio se dio el 16 de marzo. Al día siguiente, comenzamos clases online y los cursos de capacitación a profesores. ¡Todo al mismo tiempo!
Apolo 21 no existía en ese primer momento, pero yo venía haciendo distintas etapas, de tal manera que, en la tercera, decidí crear un comité donde participaran representantes del Centro de Innovación Educativa, Tecnologías de la Información, la Escuela de Pedagogía, la Universidad Abierta, el Smart Center y la Dirección Institucional de Proyectos. Así, el 21 de abril surgió Apolo 21, con el fin de que, trabajando de manera orquestada, brindáramos mejor preparación y atención a profesores y alumnos.
La genialidad de Apolo 21 es que conjuga el talento de personas muy comprometidas en su labor, capaces de ofertar acompañamiento que no sólo es pedagógicamente atractivo, sino tecnológicamente viable.
¿Qué elementos distinguen a Apolo 21?
Primero, que lo que hace, lo hace muy bien. Ya sea una infografía o un curso, el fondo es muy bueno. Segundo, está presentado visual y gráficamente de una manera muy atractiva. Tercero —y que he cuidado mucho— es que es sea aspiracional. Su nombre ya es una referencia al espacio. La comunicación que hemos tenido, junto con nuestros proyectos llamados “misiones”,2 con nombres que van desde la “Luna” hasta los distintos planetas, muestran una imagen que proyecta lo que es: una educación del futuro.
El discurso de la innovación educativa ha estado presente desde hace dos décadas, por lo menos, en la Vicerrectora de Innovación. ¿Cree usted que la contingencia ha acelerado la innovación educativa?
Sabíamos desde antes de la contingencia que la innovación pedía la implementación tanto de recursos como de nuevas estrategias. Lo pedía y se estaba haciendo. Era recomendable. Lo que hizo la pandemia fue hacerlo obligatorio, un must. ¿En qué sentido? En el caso de licenciaturas del campus México, de las diez facultades, sólo dos tenían una presencia en línea. Ahora, la transición tenía que ser pasar de un modelo presencial a uno 100% online. En el caso de los posgrados, en el que el 99% era docencia presencial, igual tuvimos que pasar a la modalidad en línea. Aquí, forzosamente, la necesidad hizo que la innovación fuera la única respuesta. Lo que hicimos muy bien con Apolo 21 fue satisfacer las necesidades tanto de profesores como de alumnos, que de haber quedado insatisfechas pudieran haber generado tensión. El acompañamiento que ofrecimos satisfizo a ambos. De ahí que Apolo 21 sea tan querido por la comunidad universitaria.
¿Cuál ha sido la respuesta de los profesores a estos proyectos?
Los profesores respondieron de forma excelente. Lo sabemos por dos aspectos. Primero, por el número de profesores que se han capacitado. En la misión “Luna” —la primera misión— se capacitaron 885 profesores. ¡Es muchísimo! Aún más, en la misión “Júpiter” los profesores tomaron 2,736 programas de capacitación ofrecidos entre las 3 sedes de la UP (Guadalajara, México y Aguascalientes) y el convenio que firmamos con Coursera. A partir de este convenio, Apolo 21 preseleccionó cursos impartidos por universidades de todo el mundo: desde Australia y Barcelona, hasta Estados Unidos. De esta forma, los profesores se capacitaron y vivieron, a su ritmo, la experiencia de ser también alumnos. Por otro lado, realizamos una encuesta a los profesores para conocer su percepción sobre los servicios de Apolo 21, obteniendo como resultado un 95% de satisfacción con los servicios prestados.
¿Cómo ha ido Apolo 21 integrando a los profesores en todos estos proyectos de innovación educativa?
El Comité Apolo 21 es un equipo interdisciplinario. La gente que lo integra tiene estudios de comunicación y pedagogía, de ingeniería, de diseño, empresariales… Yo, por ejemplo, soy abogada y comunicóloga. Además, hay mucha gente de diversas edades, personas de distintas generaciones. Entonces, es muy interesante porque puedes atender tanto al profesor más “tradicional” como al alumno que acaba de entrar. De hecho, parte de la misión en la que estamos (“Saturno”), ha sido acercarnos a los profesores y preguntarles qué tal les han parecido los servicios de Apolo 21 y en qué podemos mejorar. Se trata de no quedarnos dormidos, de que haya una mejora continua.
¿Se ha dado retroalimentación por parte de los alumnos respecto a la manera en la que se han percibido los cambios implementados por los profesores?
Sí. Tanto en el semestre anterior como en éste, hicimos una encuesta de satisfacción a los alumnos, en la que participaron 950 estudiantes. También hemos estado escuchando sus comentarios. Por ejemplo, el ser profesora en derecho, comunicación y pedagogía, me ha ayudado mucho tener el know-how. Me refiero a que, al principio, los alumnos compartieron que los profesores —para no bajar la calidad— los saturaron de tareas. Luego lo corregimos, pues el mensaje se les comunicó a todos los profesores. La realidad es que todo está pensado en el alumno.
Garantizar la excelencia académica implica un trabajo constante para una institución educativa. En la modalidad en línea, ¿cómo se logra y cómo se mantiene?
Tenemos reuniones quincenales del equipo Apolo 21, aunque yo me reúno cada semana: cada quince días con el equipo de México y cada quince días con el equipo inter sedes. Para dar seguimiento puntual, estamos divididos en cuatro comités: el Comité de Capacitación se encuentra constantemente pensando en las formas para seguir capacitando a los profesores; el Comité de Tendencias nos ayuda muchísimo a seguir trabajando positivamente porque es el que está viendo qué herramientas implementar para que las clases sean más dinámicas; el Comité de Comunicación revisa la página web, Twitter y la interrelación entre las partes; finalmente, el Equipo de Evaluación nos ayuda a autoevaluarnos continuamente.
Para el aseguramiento de la calidad, así como para las cuestiones del regreso a clases, ¿hay coordinación entre los distintos campus de la Universidad Panamericana o cada campus tiene independencia entre sus propias estrategias?
Existe coordinación, aunque no las mismas circunstancias. Apolo 21 surgió en campus México, pero ante al éxito que tuvo, se convirtió en un proyecto inter sedes. Lo integran, también, miembros del campus Guadalajara y Aguascalientes. Hasta ahora, es el primer comité inter sedes de esta envergadura.
Respecto al regreso a las aulas, cada campus depende de las disposiciones oficiales de su estado. Sin embargo, en lo que vienen siendo las estrategias, sí hemos hecho una labor conjunta. Al ser Apolo 21 un proyecto inter sedes, se trabaja en conjunto. Hay, incluso, un comité inter sedes de regreso a clases.
Sabemos que el estado emocional de los alumnos es un ingrediente esencial en el proceso de aprendizaje. ¿Cómo cuidan este aspecto?
Más allá de Apolo 21, la Universidad Panamericana cuenta con el Smart Center, el cual ha desarrollado estrategias clave. Por un lado, ha impulsado la asesoría universitaria en la primera etapa de respuesta a la docencia online. Los asesores no dejaron solos a sus asesorados, sino que se pusieron en contacto con ellos a través de distintas plataformas para escucharlos. En los dos primeros meses de la contingencia, este acompañamiento se incrementó en más del 423%, en comparación con marzo y abril de 2019.
Ante cierto recelo por la despersonalización de la educación a través de plataformas virtuales, ¿cuáles han sido los mecanismos por medio de los cuales la Universidad Panamericana mantiene su compromiso con la persona?
En la migración a la modalidad en línea entendimos la importancia no sólo de las asesorías, sino de capacitar al asesor para que supiera cómo acompañar al asesorado. La única forma de que el asesor pudiera lograrlo era que él mismo estuviera preparado y en paz, con bienestar interior. De otra forma, ¿cómo podría transmitirlo? Fue así que se dio la capacitación “El hábito del bienestar personal”. Ha sido un éxito. Se han tenido varias ediciones. Como la finalidad de esta capacitación es ayudar al profesor para que, a su vez, ayude a sus asesorados, nos centramos —primeramente— en el asesor y luego en el asesorado.
Con todo el camino recorrido y más allá de las metas alcanzadas hasta el momento, ¿qué distingue al Comité Apolo 21? ¿Se han contemplado otros proyectos más adelante?
Apolo 21 es el primer equipo integrado por gente de campus México y de la Dirección Institucional de Proyectos. Es extraordinario. Son personas apasionadas de su trabajo, comprometidas y generosas. Ha sido uno de los mejores equipos que he podido crear en la Universidad Panamericana. Tiene una capacidad de respuesta rápida y constantemente consulta a sus alumnos y profesores. No descuidamos nada. Incluso, la música de los videos de las dos últimas misiones son composiciones originales de alumnos de nuestra Escuela de Bellas Artes.
Respecto a lo que viene, a Apolo 21 le queda todavía una gran trayectoria por recorrer. Estamos terminando la misión “Saturno”, pero aún quedan muchos planetas. Desde luego, vamos de la mano con la Rectoría General y con las rectorías de los campus para seguir apoyando en lo que nos pidan, aunque tenemos mucho motor propio y es Apolo 21 el que se va fijando sus propias metas. Como futuras misiones, por ejemplo, tenemos la idea de hacer un proyecto probono para capacitar a profesores de escuelas de bajos recursos.
¿Cuáles han sido las principales lecciones de esta nueva enseñanza? ¿Qué se ha aprendido y como se aplicará al regreso a nuestras aulas? Desde su experiencia, ¿podría compartir alguna perspectiva sobre el futuro de la educación universitaria?
Aunque existen diversos matices, personalmente considero que hay varios elementos de la educación que ya no podemos olvidar: 1) la educación tiene que ser transformadora y responder a las necesidades más profundas; por lo tanto, tiene que ser una educación que transforme; 2) la educación tiene que ser personalizada, pues cada individuo tiene necesidades concretas y preguntas que él mismo se tiene que ir resolviendo; 3) hay que considerar la inteligencia emocional, la educación de las emociones.
La educación a futuro tiene que moverse en estas claves. Pero tenemos que saber que el futuro es ya. Esta pandemia nos ha puesto en escenarios del futuro. Debemos tener claras las características de un modelo educativo que responda a los retos actuales. Por la experiencia que hemos tenido, ya sabemos cómo dar esta respuesta.
María Teresa Nicolás Gavilán es vicerrectora académica y de innovación educativa de la Universidad Panamericana desde el 2016. Es doctora en comunicación por la Universidad de Navarra, con máster en ciencias sociales y políticas por la misma universidad. Estudió la licenciatura en derecho en la Universidad Panamericana, campus México. En el IPADE, realizó el programa de perfeccionamiento para directores D1, así como el programa Innovad (innovación en alta dirección).
Desde el 2011 es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad Hebrea de Jerusalén, en la Universidad Villanova y en la Universidad Católica del Sacro Cuore de Milán. En la Universidad Panamericana, campus México, impulsó la creación del Smart Center. Desde marzo de 2020 ha dirigido las estrategias de docencia en línea durante la contingencia, impulsando el surgimiento del Comité Apolo 21 desde el 21 de abril de este año.
* Licenciatura en Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana, México.
1 Para conocer más sobre el Comité Apolo 21, se puede visitar su página web, que presenta información sobre el equipo, proyectos, capacitaciones e impacto. También despliega una variedad de recursos como manuales, tutoriales y sitios de interés para la docencia en línea: https://apolo21.up.edu.mx.
2 Apolo 21 trabaja por medio de proyectos denominados “misiones”. Cada una cuenta con sus propios objetivos. Desde su creación en abril hasta hoy, Apolo 21 ha llevado a cabo exitosamente las misiones Luna, Marte y Júpiter. Actualmente, está en proceso la misión Saturno: https://youtu.be/8gw2ofLmNfo.
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