Massimo Recalcati
Anagrama, Barcelona, 2016
En La hora de la clase Massimo Recalcati postula una erótica de la enseñanza como un nuevo paradigma de los procesos de aprendizaje sustentado en la necesidad de inculcar en los alumnos el amor y el deseo por el conocimiento.
El autor argumenta que actualmente la escuela se encuentra en una grave crisis: los constantes cambios en los planes de estudio y la eliminación de diversas asignaturas para establecer un principio de productividad pragmática han provocado que el objeto central de la enseñanza pierda su sentido principal, es decir, la transmisión de conocimiento. Los alumnos ya no aprenden para entender su mundo y su realidad, sino para ejercer una función específica en el ámbito laboral, lo cual reduce su horizonte y su posibilidad de crítica y análisis.
Por eso, con un aire nostálgico, Recalcati recorre la historia de la escuela perdida y observa la tendencia del sistema a través de diversos complejos psicoanalíticos que él ha ido observando en los esquemas de escolares.
El autor comienza por describir el complejo de Edipo en la escuela, la cual se caracteriza por establecer una estructura jerarquizada con una figura de autoridad fuerte que se funda en el respeto y el seguimiento de las leyes. En la escuela de Edipo existe un orden de poder establecido que somete al alumno a un aprendizaje, pero que también provoca en él una rebelión contra la autoridad. Y además se advierte una oposición entre el ser y el deber ser; el orden en confrontación con la libertad.
Pero el triunfo de la libertad sobre el orden genera la evaporación del entorno social y de las reglas, lo cual provoca la conformación del segundo complejo explicado por el autor. La escuela de Narciso parte de la ausencia de relación del Uno con el Otro y, por lo tanto, implica la ruptura del vínculo que existía entre el alumno y la autoridad. Se anula la diferencia y se exalta el yo, de manera que el conocimiento sólo tiene valor en el fin personal y, en consecuencia, el saber deja de ser apreciado.
Finalmente, la escuela de Telémaco o, mejor dicho, la promesa de esta escuela, pretende instaurar el deseo como búsqueda de la identidad, reconstruye la imagen del docente perdida con Narciso y reaviva el deseo por la cultura, con el fin de reabrir los horizontes en el conocimiento. Esta es la apuesta de Recalcati.
Así, el autor se inclina por la conformación de una nueva escuela simbólica que se centre en el amor por el saber, una escuela en la que el profesor recupere el valor y el papel que ha perdido a lo largo del tiempo.
El profesor debe encontrar la manera de seducir a los alumnos y de llevarlos a encontrar su amor y su deseo por la cultura, dejando en segundo plano la formación productiva y pragmática que actualmente se encuentra en la visión de la escuela.
Más allá de aprender como un objetivo para el futuro laboral, el conocimiento debe ser observado como un fin en sí mismo. Por eso es necesario que los docentes inculquen en sus alumnos el deseo por conocer más, instaurando de ese modo la erótica de la enseñanza.
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