Alberto Nava
Porrúa, México, 2020
Los tiempos que corren, las generaciones que llegan, apuestan por la revisión de la historia y, en un juicio sumarísimo, deciden tirar estatuas, retirar placas, omitir el nombre de calles, como si con esos actos se mejorara el presente. La apuesta por la desmemoria siempre resulta inquietante. Por otro lado, escribir implica un acto justo en sentido contrario: implica dejar un testimonio del paso que decidimos recordar o la forma en que queremos recordarlo. Malas decisiones es una novela inicial, dedicada a un público joven, pero también a uno que haya tenido la suerte de vivir el México de los años 80.
La vida es la toma continua de decisiones, algunas veces acertadas, pero otras, como en 1981 en la vida del personaje central de esta novela, cambian el rumbo de la historia. Decisión o fatuidad, los eventos van dejando una huella perpetua en el ánimo. En Malas decisiones esa historia personal continuamente se espejea con la otra, con la historia de un México que paulatinamente dejó del ser la cornucopia de la abundancia para ceder ante las interminables crisis.
En ese espacio temporal encontramos una colonia naciente, Lindavista, cuyos árboles, calles, parques y casas representan el mundo idílico, lugar en construcción que constituye la alegoría de la identidad del personaje central, Mariano, en franca confrontación con el mismísimo infierno encarnado en cada compañero de clase a la que no quiso, no pudo, no supo pertenecer. Trasplantado como los árboles del vecindario, sin arraigo y sin pertenencia.
Novela a veces políticamente incorrecta, donde el lector atestigua las peripecias de un adolescente, aderezadas con humor ácido, así como su transformación paulatina física y psicológica ante los eventos que le ocurren en la escuela, ambiente hostil que, como bien advierte el personaje central, “saca lo peor de él” y en donde aprende que las palabras hirientes y los golpes son la mejor manera de sobrevivir.
Ésta es una novela de construcción, de nostalgia, de iniciación y retorno, de identidad, de una infancia perdida como la otrora colonia Lindavista.
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