“Para mis compañeros es complicado cumplir con sus tareas y avanzar en el semestre (a distancia) ya que no todos tenemos el servicio de comunicación básico. Muchos recurren al uso de sus datos de celular; sin embargo, esto es muy complicado y caro, ya que la mayoría de las plataformas que ocupamos consumen demasiados recursos. Algunos recurren a moverse de sus casas o de sus poblaciones a otras en las que sí cuenten con alguno de estos servicios.”
Ésta es una expresión recogida en un sondeo que realizó Stephanie Anabel Ramos Vega, alumna del Tecnológico Nacional de México, campus Matehuala, en San Luis Potosí, sobre la forma en que sus compañeros se están relacionando con las tecnologías durante la emergencia por Covid-19 y que nos revela que no todas las condiciones de acceso a internet en el país son parejas.
La aparición de los teléfonos inteligentes durante la primera década del siglo XXI marcó el acceso masivo a la conectividad en México. Entre los casi 83 millones de internautas que reportó el estudio de hábitos de los usuarios de internet en nuestro país de la AIMX en 2018, el 92% de s usó como dispositivo de conexión a internet un teléfono.
Hasta esa fecha las actividades predominantes de los usuarios de un smartphone eran para el acceso a redes sociales y al chat (73 y 80%, respectivamente), y no se reportaba un uso específico del dispositivo móvil vinculado con actividades académicas, de acuerdo con el mismo estudio.
Esa relación necesariamente ha tenido que cambiar para muchos de los estudiantes que hoy deben dar continuidad a sus clases de manera remota, lo que les está significando incrementar el pago por el consumo de su conexión móvil para obtener mayor capacidad de datos y así administrar archivos de texto, imágenes, sonidos, videos y, en muchos casos, videoconferencias para sus sesiones de estudio. Estos procesos, en condiciones normales, podrían resolverlas a través de las redes públicas de escuelas, bibliotecas, parques, o cafés internet, lugares que hoy están cerrados.
En el sondeo realizado por Anabel durante la cuarentena hay testimonios de quienes afirman que la conexión en su hogar es muy deficiente; hay quienes explican que tienen que salir de sus localidades para conectarse a redes públicas, y también hay los que hacen largas caminatas para encontrar alguna señal en los cerros.
Las condiciones sobre la calidad de internet no son nuevas. El estudio de la AIMX también explica que 58% de los internautas del país perciben que los servicios de internet en sus zonas son muy lentos e ineficientes y que la oferta de proveedores de estos servicios es escasa.
En México 52% de las familias (18.3 millones de hogares, de acuerdo con el ENDUTIH 2018 del INEGI) disponen de internet mediante una conexión fija o móvil. En tanto la proporción estimada de hogares con una computadora registró, ese mismo año, 44.9 por ciento.
Conectividad y dispositivos de acceso a internet se convierten en bienes esenciales para las familias durante el periodo que durará la cuarentena, porque a las necesidades de herramientas digitales de los jóvenes en educación superior se agregó, para el inicio de clases, el 20 de abril, la población de educación básica, el sector con mayor peso social en el país.
Para estos últimos, las brechas de conectividad y acceso pueden ser una barrera, además de que la administración de contenidos educativos para ellos requiere una didáctica específica para medios en línea, situación en la que maestros y padres (quienes tendrían que asistirlos desde la casa) difícilmente están capacitados.
La alfabetización digital y la conectividad de las personas son grandes pendientes sociales en el país. El Covid-19 nos está revelando un mundo lleno de desigualdades que no pueden permanecer.
Apenas en enero de este año, en el Foro de Davos alertaba sobre la necesidad de volver a capacitar a más de 1,000 millones de personas en el mundo durante los próximos 10 años para satisfacer la demanda de capital humano con habilidades tecnológicas. Con el Covid-19, el futuro se nos está anticipando.
La emergencia sanitaria del coronavirus está poniendo a prueba las capacidades digitales del país para muchas actividades sustantivas. La educación es una de ellas y será una prueba de fuego para conocer nuestra verdadera situación hacia la llamada Cuarta Revolución Industrial.
* Elsa Díaz Coria A. estudió comunicación y relaciones públicas. Ha sido reportera, analista de información y, desde 1998, consultora de comunicación para empresas y organizaciones del sector privado. Publicado originalmente el 18 de abril de 2020 en El Economista. Se reproduce con autorización de la autora.
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