De acuerdo con el Banco Mundial, serán muchas las economías que habrán caído en recesión a finales de 2021. Para entonces, el coronavirus habrá dejado entre 110 y 150 millones de personas en la pobreza extrema.
Si en 2008 fueron los países ricos los más afectados, ahora lo serán los más pobres. Los países que puedan apoyar a sus trabajadores saldrán menos mal librados que aquellos que no puedan hacerlo. Quienes se mueven en la economía informal serán quienes peor la pasarán.
Abasto, agua, salud, trabajo, energía, cultura… todo quedará afectado. La educación no va a ser una excepción. Si ésta ya estaba en jaque antes de la pandemia —muchos niños, dentro de los sistemas escolarizados, no aprendían por diversas razones, entre las que se contaba la falta de capacitación de sus maestros—, el panorama que se avecina se antoja desolador.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha encendido las alarmas y advierte que la pandemia generará 44 millones de nuevos pobres en Latinoamérica, lo que equivale a un 23% más que los que había en 2019. En este escenario, añade el BID, hay millones de niños y jóvenes que han abandonado sus estudios. Contra las expectativas que se tenían antes de la pandemia —desde 2000, los universitarios habían pasado de ser el 20% al 50% de la población—, las cifras alentadoras se han ido derrumbando.
No sólo se trata de la matrícula y la expedición de títulos sino de lo que esto supone para enormes zonas que, tradicionalmente, han dependido de la exportación de materias primas, manteniendo a sus poblaciones sin posibilidades de mejorar. Los costos de la educación y la dificultad de acceder a internet son sólo dos de los elementos que encarnan la crisis. “Si tantos alumnos abandonan las aulas”, señalan algunos expertos, “¿quién va a preparar, ahora, a los nuevos estudiantes de primaria?”
La falta de una educación de calidad se traducirá, irremediablemente, no nada más en una falta de destrezas, sino en la formación de un espíritu crítico y reflexivo. Esto facilitará el camino para el resentimiento. El crimen organizado, el fanatismo religioso y el populismo político encontrarán terrenos fértiles.
En este escenario, tras tres años de haberse convertido en un foro de encuentro entre alumnos, padres de familia, maestros de todos los niveles, administradores públicos científicos, académicos y sindicalistas, El Mundo de la Educación llega a su fin. ¿La razón? Su inviabilidad económica.
Agradecemos su apoyo a los integrantes del Consejo Editorial, así como el entusiasmo y la dedicación con la que Pilar Baptista coordinó su trabajo. Agradecemos a Cuadernos de Pedagogía su buena disposición para trabajar con nosotros, hombro con hombro. Pero, sobre todo, agradecemos a los lectores el interés que mostraron en la revista. Les invitamos a seguir luchando por mejorar la educación en México. Es una herramienta formidable para todo cambio social. Nunca lo perdamos de vista.
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