Adahara Jimena Sotelo Pérez
Madre de familia de una hija (en primaria) y docente de primaria.
Por primera vez me enfrentaba totalmente a la educación a distancia, como maestra frente a un grupo de sexto grado, así como madre de familia de una pequeña que cursaba el quinto grado. El primer reto fue enfrentar la incertidumbre, salir de mi zona de confort para comenzar a buscar y diseñar aquellas estrategias que favorecieran el aprendizaje de la mayoría de los alumnos a mi cargo y, a su vez, adaptarme a la forma de trabajo que establecería la maestra a cargo del grupo de mi hija.
Como agente de cambio era mi oportunidad de echar a andar todo aquello que durante el ciclo escolar había estado enseñando a mis alumnos (trabajo en equipo, coherencia entre el ser, el hacer y el decir, proactividad, cooperación y empatía), porque si bien es cierto que los conocimientos eran prioridad, para mí también lo eran las emociones y los sentimientos de los alumnos, ya que cada uno se encontraba en su particular realidad. Mis días se hicieron mejores al diseñar clases, al grabarlas, al mandar pequeños audios con explicaciones cortas y lo más claras posibles, revisando fotos de esos trabajos y haciendo retroalimentaciones generales o particulares, según se diera el caso.
Con mi hija establecí un horario matutino de dos a tres horas diarias para aprovechar mejor su atención y así poder cumplir con las tareas asignadas por su maestra; además, para tener tiempo durante las tardes con el fin de preparar mis materiales de trabajo del día siguiente. Para este curso que inicia sin duda surgen nuevos retos ante el uso de la tecnología. Me gustaría que cada maestro, padre de familia y alumno se comprometiera al 100% en esta nueva fase que sin duda nos seguirá sorprendiendo.
Araceli Castillo Salazar
Madre de familia de una hija y docente de primaria.
Sin duda alguna realicé actividades difíciles, ya que simultáneamente tenía que desempeñar dos roles diferentes. Por una parte, tenía que cumplir con mi función docente al enviar y revisar trabajos, contestar correos, estar al pendiente de las dudas de los padres de familia y de mis alumnos, realizar reuniones virtuales con ellos y sentir la responsabilidad del cuidado del estado emocional de mis alumnos. Pero también debía cumplir como madre de familia y apoyar en las tareas escolares de mi hija y estar al pendiente del teléfono celular, ya que por ahí enviaban los trabajos de la escuela, imprimir lo que se podía y cuidarla durante el confinamiento. Mis actividades comenzaron desde muy temprano y terminaron hasta la noche. También revisaba trabajos los fines de semana; fue una tarea muy ardua.
Ahora que inicia un nuevo ciclo escolar, desearía que los profesores nos enfoquemos más en el aspecto emocional de los niños, ya que la mayoría de ellos no la está pasando nada bien con la situación que nos atañe a todos. Para poder continuar con un verdadero aprendizaje debemos estar bien emocionalmente y después continuar con los aprendizajes. Tenemos que vernos reflejados en nuestros hijos para reconocer los retos a los que se enfrentan los padres de familia en la educación a distancia.
Cindy Monserrat Saldaña Iraola
Madre de familia de un hijo.
Mi rol fue asumir varias de las funciones que cumplen las maestras de mi hijo al realizar las tareas asignadas. Por ejemplo, explicarle temas de las asignaturas, principalmente de matemáticas, tener listo el material para la clase, asesorar con la conexión a las diferentes plataformas que utilizaron, ayudarlo con los ejercicios que le dejaban cuando no entendía. La parte más complicada durante la contingencia ha sido que no estoy preparada para dar un sentido positivo a las diferentes emociones que mi hijo va experimentando durante las clases en línea. Otra situación complicada fue que, al estar en casa, mi hijo pensaba que estaba de vacaciones; entonces, motivarlo para ir a clases en un dispositivo que usa para jugar o para ver videos fue todo un desafío.
Para mí, este nuevo rol ha sido retador, pero me ha permitido involucrarme en el día a día de la educación de mi hijo desde otro lugar. Algo que he disfrutado mucho durante este periodo de confinamiento es ver a mi hijo disfrutar las actividades lúdicas que realiza, así como constatar cómo va desarrollando sus propias ideas, decisiones y criterios durante las sesiones. Hoy puedo decir que mi admiración hacia las maestras se ha incrementado, pues al estar con mi hijo en las videollamadas me he percatado de la paciencia y del gran esfuerzo que realizan.
Verónica Ríos
Madre de familia de tres hijos (en primaria y secundaria).
Los “reyes magos” les trajeron a mis hijos (de ocho, 11 y 13 años) sus tabletas electrónicas hace dos años, ¡y vaya que me la hicieron en este regreso a clases! No sé qué hubiera hecho sin esos aparatos: la hubiera padecido como otros tantos padres que conozco. Es tan necesaria la tecnología, pero no todos tienen acceso a ella. En sus tabletas, mis hijos tomaron sus clases virtuales y en ellas volverán a iniciar el próximo ciclo escolar.
Ni qué decir de la situación con internet: era insuficiente para todos los aparatos que se conectaban al mismo tiempo. La mayoría de los compañeros de mis hijos, incluida a la maestra, tuvo problemas con la conexión de internet. Así que incrementamos el plan con la compañía telefónica para ampliar la señal. Obviamente, el gasto se incrementó, además del recibo de luz. Pero la señal ahora es veloz.
Adaptarse a la plataforma de Google Classroom fue complicado al principio para mis hijos y también para mí, pero lo logramos. Lo principal que debíamos vencer era la distracción que representan los aparatos electrónicos para los niños, ya que al mínimo descuido empiezan a ver videos, a “chatear” con sus compañeros o a jugar videojuegos. Lo positivo, es la seguridad de estar en casa en tiempos de pandemia.
Jesús Enrique Álvarez Flores
Padre de familia de un hijo.
Durante este periodo de varios meses que ha durado la emergencia sanitaria he colaborado con la maestra en el desarrollo de las actividades planificadas, trabajando con mi hijo de forma permanente, acompañándolo y supervisando su aprendizaje. Establecimos acuerdos de trabajo y receso para hacer más eficiente el desarrollo de las actividades.
En esta nueva modalidad de trabajo desde casa hemos estado en contacto permanente con la maestra, para que el trabajo de mi hijo tenga los mejores resultados. Al principio nos costó mucho mantener un ritmo de trabajo, porque los padres de familia no estamos capacitados para guiar el aprendizaje académico de los niños, y, más aún, para mantener la atención en casa cuando no pueden salir de ella.
Poco a poco la situación cambió y ahora es muy satisfactorio ver los avances que ha tenido Andryck Isaac en lectura, escritura, matemáticas y demás asignaturas y comprobar que el trabajo y el esfuerzo realizados han resultado en un trabajo adecuado. Para mí como padre de familia ha sido una experiencia enriquecedora, ya que veo el proceso completo en la educación de mi hijo.
En este nuevo ciclo escolar que inicia continuaré trabajando en colaboración con la maestra para que Andryck Isaac siga avanzando en su aprendizaje, esperando que cuando regresemos a clases presenciales se continúe la labor realizada de la mejor manera. Considero que la maestra Johanna Martínez (de la Escuela Lucio Tapia, Tepito, Cuauhtémoc, Ciudad de México) ha tenido un excelente desempeño durante estos meses de emergencia, y, conociendo su capacidad y su compromiso, estoy seguro de que continuará con su buen trabajo.
Paloma Paredes García
Madre de familia y docente de secundaria.
Como maestra, lo más difícil para mí ha sido mantener comunicación con mis alumnos, no poder saber si se encuentran en condiciones físicas, mentales o emocionales para trabajar adecuadamente y no contar con una retroalimentación en el momento en que ellos están trabajando. Sin embargo, he tenido la satisfacción de encontrar un gran equipo de trabajo en algunas familias (algunas inesperadas), padres conscientes de su rol y dedicados a sensibilizar a sus hijos acerca de la importancia de su preparación dentro de su proyecto de vida.
Como mamá, quizá el reto más grande fue organizar horarios de trabajo (con y sin pandemia), pues hay que destinar tiempo para las labores de la casa, para el home office y para dedicarlo a los hijos. En condiciones normales son pocos los momentos en que estamos todos juntos trabajando o conviviendo al mismo tiempo. Ahora que pasamos todo el día en casa hay que generar una nueva rutina. Sin embargo, el trabajo de los profesores me ha orillado a reflexionar acerca de mi práctica y a tratar de vislumbrar el rumbo que debe tomar la educación a partir de este momento, cuando como adultos, padres y docentes estemos dispuestos a aprender de esta pandemia para que nuestros hijos y nuestros alumnos reciban una educación de calidad.
Rosalía Calvo Vásquez
Madre de familia de dos hijos y docente de secundaria.
Como responsable de mis dos hijos, Brayan y Farid, mi rol en el periodo de actividades escolares durante la pandemia ha sido de aprendizaje. Personalmente fue un reto apoyar a mis hijos debido a que no contaba con algunos de los conocimientos específicos para explicarles todas las dudas que surgían a lo largo de este periodo, ya que, si bien soy docente de secundaria, se requiere una formación especial para guiar el aprendizaje curricular completo. Otra dificultad fue que en casa no cuento con todos los recursos tecnológicos para que mis hijos realicen tareas simultáneamente.
Por otro lado, desempeñar mi función como docente y madre de familia limitó el tiempo que puedo destinar a la atención plena de mis hijos y así compartir los horarios en los que se transmitían las clases por televisión. Sin embargo, no todo fue negativo, pues siempre he manifestado mi compromiso como docente de capacitarme y hacer comunidad con otros docentes con quienes compartimos diversos materiales, siempre buscando el medio ideal para no perder el contacto con los padres de familia y con los alumnos. Aún hay mucho camino por recorrer: los docentes debemos fortalecer las actividades para una correcta educación a distancia, ya que esta forma de aprender requiere hacer equipo entre alumnos, padres de familia y docentes.
Carlo Escobedo
Padre de familia de un hijo.
Tengo más de 23 años trabajando en el área de recursos humanos. Hace cinco años me convertí en padre. Mi esposa y yo hemos creído que nuestro principal papel en la vida de nuestro hijo es estar presentes y ser guías para él. Desde que nació ha disfrutado de espacios al aire libre con diferentes actividades. Con la contingencia sanitaria las clases presenciales se impartieron en línea para cerrar el ciclo escolar y con esta nueva modalidad vinieron grandes retos y aprendizajes. Ha sido complicado jugar un rol de “maestros en casa” sin tener la formación adecuada; también, cambiar rutinas y actividades, y enfrentar diferencias entre nosotros, frustración y enojos.
Hubo muchas dudas e incertidumbre sobre la educación académica de nuestro hijo. La convivencia se modificó y fue preciso generar nuevas costumbres con una comunicación abierta y clara. La situación sigue siendo difícil, ya que no se tiene fecha de regreso a clases presenciales. Tomar decisiones respecto de este tema no ha sido fácil: inscribir en una escuela privada o pública a nuestros hijos, tomar clases en línea o clases privadas… La disciplina en el hogar también tuvo que modificarse. Debimos pensar de manera distinta. Esto nos enseñó a darnos cuenta de que aún nos falta mucho camino que recorrer como padres. Tenemos que seguir preparándonos para el cambio con el propósito de que mi hijo tenga las herramientas para hacer frente a esta nueva normalidad.
Malú Zepeda Sterling
Madre de familia de cuatro hijos (en primaria y secundaria).
La vida familiar cambió radicalmente a partir de marzo. De un día para otro, la casa se convirtió en salón de clases para mis cuatro hijos: desde segundo de primaria hasta primero de secundaria. La primera dificultad se resolvió pronto, pues conté con un dispositivo para cada niño. Reconozco que, aunque hace tres años me resistía a la implementación del programa tecnológico en el colegio de los varones (en el que cada niño cuenta con un iPad), hoy lo agradezco, pues facilitó la adaptación y la capacitación de los profesores.
Otro desafío fue la organización familiar. El principio fue complicado, mientras encontrábamos el punto medio entre la supervisión de mamá y la responsabilidad de cada uno en sus actividades escolares. Lo anterior, además de cooperar con las labores del hogar de una familia de seis miembros. Fue sorprendente la rápida adaptación de los niños.
Hemos comenzado a planear el nuevo ciclo escolar, deseando el día de reencontrarnos con amigos y profesores. De mi parte, sólo hay agradecimiento y reconocimiento a las escuelas y al personal docente que supieron reinventarse por el bienestar de los niños. Como padres, nuestro papel es ayudar a los hijos a salir adelante y ser felices en cualquier circunstancia.
Yermeck Ocampo Ramírez
Padre de familia de una hija (en preescolar).
Soy padre de una hermosa niña de cuatro años (Ale) que cursa el primer grado de preescolar. Debido a la pandemia perdí mi fuente de trabajo y por eso decidí resguardarme en casa durante la cuarentena para apoyar a mi hija con sus tareas escolares diarias, convirtiéndome, de un día para otro, en su profesor. Debo admitir que no ha sido fácil realizar esa obligación, ya que es una niña inquieta y tengo que idear muchas maneras para tener su atención y para que pueda realizar y asimilar los trabajos que nos envían sus maestras.
Veo con mucha alegría cómo Ale aprende las vocales, los números, el idioma inglés… Eso me enorgullece. Vale la pena todo este esfuerzo por ver a mi hija aprender. Ahora, en este segundo semestre, mi nena está por iniciar el segundo grado de preescolar y todo indica que seré su profesor otra vez. Sólo espero que mi apoyo a mi hija sea más que suficiente. En verdad agradezco el trabajo a distancia que hacen sus maestras para que cada tarea se nos facilite transmitirla a nuestros hijos. Mil gracias.
Mayela Adame Alemán
Madre de familia de tres hijos (en preescolar y primaria) y docente de bachillerato.
Este tiempo de contingencia ha sido un reto como mamá, ya que además soy maestra de bachillerato, y todos tuvimos que adaptarnos rápidamente a la dinámica de clases virtuales. El principal reto para mí, como mamá, fue aprender a priorizar lo importante de lo accidental. Suena curioso, pero en este proceso lo que decidí dejar como menos importante fue conectar a mis hijos de preescolar a sus clases virtuales, pues reconocí que era más lo que perdíamos que lo que ganábamos. Fue patente que el aprendizaje para mis hijos era mucho mayor cuando yo me dedicaba a jugar con ellos o a cocinar; a salir a explorar el bosque o a crear artefactos con cajas de cartón y pintura.
Creo que mis hijos nunca habían tenido tanto tiempo para jugar juntos. Por eso, una de las mayores ganancias de este tiempo ha sido la mejoría del vínculo entre ellos y el modo en el que han crecido en su capacidad de generar acuerdos y aprender a ceder.
Por último, durante este tiempo he priorizado la salud física y emocional de mi familia. He reconocido que el modo de aprender de los niños es más natural de lo que antes creía.
Maria Luisa Vallarino Marusich
Madre de familia de tres hijos (en bachillerato y educación superior).
Mis tres hijos (en bachillerato y en educación superior) fueron responsables por llevar a cabo sus estudios virtualmente durante la contingencia. De ahí que mi papel como madre ha sido el de contenerlos y acompañarlos emocionalmente, entender sus temores, compartir sus proyectos y permitir que por sí mismos descubran el tamaño de su respuesta frente a la adversidad.
Esta situación nos ha puesto a prueba, especialmente a los jóvenes. La responsabilidad que significa para un estudiante gestionar su vida escolar casi solo, sin la cercanía de un profesor, es una potente variable formativa que marcará su vida y logrará que, entre tantos males, se puedan obtener bienes, como tener reunida a la familia.
Le pedimos a la vida que nos pusiera en el lugar donde fuésemos necesitados. ¡Y nos metió a nuestra casa! Qué señal tan clara de que la familia es el refugio más seguro y propicio para aprender a sobrevivir, a no perder la esperanza y a facilitar que los hijos sean ciudadanos comprometidos, valientes y recios. El éxito en la vida no está en los logros escolares, sino en la lucha por mantener en el tiempo los buenos hábitos que convertirán a nuestros hijos en personas virtuosas que el día de mañana serán capaces de reconstruir una humanidad rota.
Ana Reynoso
Madre de familia de cuatro hijos (en preescolar y primaria).
Al principio no sabía qué estaba pasando, ni mucho menos cuánto nos faltaba por esperar. Así que me parecieron unas bonitas, largas e inesperadas vacaciones para compartir un poco más con mis hijos (cuatro, en preescolar y primaria). Una vez que me di cuenta de que esto seguiría, me parece que tuve varios roles. El primero fue de aprendiz. Tuve que aprender a usar las plataformas on line de mis hijos, conocer cómo se les enseñaba, qué estaba permitido y qué no, y a organizarnos con un horario en casa (mañana y tarde). Mi segundo rol fue el de maestra: exigir, exigir, exigir… Que entendieran que aun estando en casa tenemos un compromiso con el colegio y con los profesores —que tanto se han esforzado en rehacer su formato por lo cual hay un gran respeto por su trabajo—. También, apareció mi rol como acompañante; no sólo académica, sino emocional. Debo cuidar que en el camino, aun cuando se caigan, sepan que cuentan conmigo para levantarse, y que un abrazo de mamá es más fuerte que cualquier superpoder. Finalmente, estuvo mi rol de porrista porque, a pesar de todos los obstáculos, tuve una pequeña graduada de kínder y una niña que terminará un año más de primaria. Todos dimos el 200 por ciento.
María Guadalupe González García
Madre de familia de una hija (en primaria).
Durante esta pandemia, con el cierre de instituciones educativas, mi rol en la educación de mi hija (en sexto de primaria) fue prácticamente tomar el papel de profesora en el desarrollo de sus actividades. Obviamente, al no ser yo docente, y no contar con habilidades pedagógicas para transmitir ese conocimiento, tuve que redoblar el esfuerzo para explicar con mayor detalle los temas que debían abordarse en las clases virtuales. Si bien mi hija cuenta con acceso a internet, aparatos tecnológicos para realizar sus tareas y recursos económicos para obtener los materiales que se requerían, fue necesario duplicar esfuerzos para poder costearlos.
Uno de los principales desafíos que tuve fue encontrar el tiempo y el espacio para ayudar a mi hija con sus actividades escolares. A pesar de que llegara cansada del trabajo, sabía que tenía un compromiso con ella. Pienso que el semestre que empieza será más difícil porque no hay una ruta clara acerca de cómo se seguirán efectuando las clases. Se sabe que se presentarán por televisión, pero será algo difícil de trabajar. Considero pertinente el desarrollo de actividades más flexibles, de un profesorado más consciente de las condiciones actuales de los alumnos y de un sistema educativo más actualizado a los desafíos del porvenir.
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