El Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), fundado en 1993, reúne a investigadores del más alto nivel con el objetivo central de promover la investigación educativa dentro estándares científicos de calidad. Desde entonces ha contribuido de manera consistente y continua a la identificación de los principales problemas educativos del país, así como a la generación de los conocimientos necesarios para su solución. Su actual presidenta ofrece un panorama de este baluarte de la comunidad educativa a nivel nacional.
Más allá de la definición formal del COMIE, después de esta experiencia al frente de este cuerpo colegiado, ¿cómo lo describirías y cuál es el papel que desempeña hoy en día en la comunidad educativa a nivel nacional y a nivel internacional?
Para mí la participación en el COMIE ha sido una experiencia muy grata. Maravillosa. Eduardo Ibarra Colado decía que el COMIE es el gremio y hay que pertenecer al gremio: hay que estar, hay que participar, hay que apoyar. El COMIE es un grupo sumamente diverso; ésa es su principal característica: diverso en términos de las disciplinas de quienes nos reunimos ahí. En el COMIE uno encuentra perfiles de todo tipo: sociólogos, antropólogos, administradores, matemáticos y físicos, así como una gran diversidad de formaciones, amplia sobre todo en ideologías y en posturas frente a los problemas educativos.
¿Cuál ha sido tu trayectoria hasta llegar a la presidencia del COMIE?
Me inserté en el campo de la investigación educativa un poco tarde, en 2009-2010, lo cual quiere decir que sólo tengo 10 años aquí. Tuve profesores muy destacados en la Universidad Autónoma Metropolitana y luego también me vinculé con otros fuera de esa institución. La primera vez que me acerqué a la gestión del COMIE fue en 2013. En 2014 fui tesorera; luego, secretaria general, vicepresidenta y, poco después, presidenta. Hice un recorrido más o menos rápido en el consejo. En la gestión de Conchita Barrón ingresé como tesorera en 2014. En la asamblea de Guanajuato me topé con Carlos Ornelas, quien había sido mi profesor en el doctorado. Y cuando empezó la asamblea, Carlos me propuso para la presidencia del consejo, pero yo me negué. Al mismo tiempo se propuso Irma Fuenlabrada, del Cinvestav. Entonces yo sentí mucha pena por mí, porque yo iba acompañando a mi maestra y frente a su currículum el mío era incipiente. Pero curiosamente gané la votación.
¿Hay un consenso en los pronunciamientos del COMIE sobre los temas de la agenda educativa del país?
Aún siendo la presidenta, uno no puede hablar por el COMIE, porque éste reúne a una gran diversidad de pensamiento, que es lo que lo hace tan rico. Ante un problema educativo, como fue la reforma de Enrique Peña Nieto, prevaleció una gran diversidad de voces, todas diferentes, todas con argumentos. Eso es muy valioso porque la gente se cuida mucho de decir lo que quiere expresar, siempre con base en lo que hacemos y en lo que nos reúne: la investigación educativa.
En estos años que yo llevo en el COMIE, las dos únicas ocasiones en que todos hemos estado de acuerdo fue en los casos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa y en el de los profesores de Oaxaca y la evaluación. En ambos casos, en una asamblea acordamos que teníamos que decir algo. En el primer caso, se trataba de los estudiantes y de las escuelas normales. Desde luego que nos atañía el problema, como a toda la sociedad mexicana, además del impacto internacional que tuvo el tema. Y lo mismo sucedió en el caso de Oaxaca.
Con el cambio de gobierno también hubo posiciones muy encontradas. Una de nuestras socias fundadoras, la doctora Etelvina Sandoval Flores, acaba de ser nombrada presidenta de la Junta Directiva del Organismo para la Mejora Continua de la Educación y enfrenta oposición a su designación. En el COMIE siempre hay un diálogo muy respetuoso, no obstante que sabemos que hay diferencias de opinión muy marcadas entre sus integrantes. Incluso en este momento coyuntural hay diferencias en torno a la desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE): si tenía que crearse un nuevo organismo, si quien está formando el nuevo organismo es el mejor para la conducción de la educación del país, etcétera. Y, bueno, ahí encontramos un debate muy rico y lo llevamos a lo que hacemos, a lo que publicamos, a nuestro congreso, que es un espacio contundente en el desarrollo del COMIE y que ha crecido cada vez más.
¿Cómo es la relación del COMIE con otras instituciones, nacionales e internacionales, de educación superior?
A nivel nacional, por ejemplo, en el INEE todos los miembros de la junta eran integrantes del COMIE. Asimismo, trabajamos para acercar la política educativa a la investigación, aunque aún se trata de acercamientos parciales. A nivel internacional, por supuesto, también tenemos proyección. Desde la gestión de María de Ibarrola el COMIE ya participaba en temas internacionales, por lo menos en las reuniones que organiza la Asociación Americana de Investigaciones (AERA), así como también en la WERA (Word Education Research Association).
En los últimos años, ha habido un proyecto muy interesante, justamente promovido por la AERA, que consiste en generar un espacio de investigación de las Américas, en el que participamos. Se trata de un proyecto muy importante de América Latina y España, pero fundamentalmente de América, desde Canadá hasta Argentina, por medio del cual la AERA nos aglutinó a los organismos similares del continente y desde 2014 participamos en diversos espacios de la Asociación Mundial y de la Asociación Americana.
¿En qué consiste este proyecto?
Un primer objetivo es que en los congresos y en las sesiones que organiza la AERA, así como en las reuniones que fomenta la Asociación Mundial de Investigación Educativa, se lleven a cabo simposios sobre temas de América Latina, en los que participan investigadores de esa parte de América. Eso nos coloca en un espacio especial. Por ejemplo, en abril estuvimos en Canadá para hablar de autonomía y de la obligatoriedad de la educación superior; esos temas que en América Latina nos interesan. Aunque, desde luego, hay otros temas de la agenda internacional que son de interés para el COMIE. También en la WERA tenemos espacios importantes. En agosto asistí a una reunión mundial para dar seguimiento a los proyectos en los que estamos involucrados, incluido el que está en puerta y que creo que se concretará el siguiente año: una revista internacional. Publicar una revista internacional de los consejos y de los organismos dedicados a la investigación educativa, va a ser muy importante. Se trata de una revista totalmente electrónica. Ese salto ya lo dimos. Ya era necesario. La publicación está comandada por Gustavo Fischman, un investigador argentino muy cercano a México. En este proyecto van a participar Chile, Brasil, México, Perú, Canadá y Estados Unidos, y queremos que la revista se publique en portugués, español, inglés y francés; de manera que se van a recibir artículos de todo tipo. Es un proyecto que después de varios años de trabajar, de conocernos, de participar, prácticamente está por concretarse. Eso nos emociona mucho porque implica seguir ampliando la visión del COMIE hacia afuera, proyectando la investigación educativa de México en otros escenarios.
Todos estos proyectos son posibles a nivel internacional porque el COMIE es una de las asociaciones más grandes y más importantes de América Latina. Por eso todo lo que se está haciendo tiene un peso relevante, desde luego, con el apoyo de la AERA y de la Asociación Mundial.
¿Cómo es la relación del COMIE con las instituciones de educación superior?
Desde que empecé a colaborar con el COMIE ha habido toda la intención de acercarnos más a las universidades. Lo haremos poco a poco. El COMIE es demandante. La presidencia es un cargo honorario, por el que no se percibe ningún sueldo, lo cual funciona muy bien; pero, por otra parte, si se desea hacer más cosas, se requiere tiempo completo. Lo que hacemos, lo hacemos con mucho cariño por el organismo, por la investigación que llevamos a cabo, y respetando los límites que tenemos. Procuramos atender las demandas y estar cerca de las instituciones de educación superior; por ejemplo, nos piden que participemos en conferencias con temas relacionados con la investigación educativa, en mesas y en diálogos, así como en proyectos especiales o en asesorías.
Por ejemplo, realizamos un proyecto con base en un convenio con la Escuela de Verano de la Universidad Intercontinental. Fue una experiencia muy bonita. Participaron los investigadores del COMIE y, por supuesto, no se les pagó. De esta manera nos acercamos a la universidades públicas y particulares.
También ofrecemos asesorías. Ya cuando son más puntuales, implican un ingreso, aunque la verdad es mínimo. Esas asesorías versan sobre desarrollo curricular o son cursos de temas específicos. Claro, también nos acercamos mucho en el marco de los congresos, los cuales son posibles gracias al apoyo de las instituciones, que no podríamos organizar si no fuera por éstas y por algunos organismos no gubernamentales.
En la actualidad estamos trabajando arduamente con las escuelas normales, las cuales son consumidoras de nuestra oferta de investigación y, por supuesto, de investigación educativa.
Ese acercamiento que nos ofrecen las escuelas normales nos ha ayudado a establecer lazos con las instituciones particulares. Por ejemplo, últimamente hemos colaborado mucho con la Universidad Anáhuac que, por cierto, me ha invitado a formar parte de su consejo de educación en posgrado.
Se ha ido difuminando la tendencia a separar…
Exactamente. Creo que hay que hacer esfuerzos para colaborar con todos. Pienso que tenemos un interés común, más allá de nuestras diferencias. Y nosotros hemos colaborado con instituciones particulares, con las escuelas normales, con los centros de investigación.
Ahora, estamos colaborando arduamente para promover en la agenda nacional la importancia de la investigación educativa. Participamos en un movimiento llamado ProCiencia, cuyas bases pueden encontrarse en las redes sociales. Es un movimiento de investigadores de todas las disciplinas: físicos, astrónomos, biólogos, etcétera, que tiene como propósito promover la importancia de la investigación en nuestro país.
He recorrido muchas universidades de México para invitar a las personas que saben de educación a que se acerquen al COMIE; si hay gente que puede apoyar en la construcción de políticas públicas con base en la investigación educativa, estamos para apoyarlos.
Actualmente, Luciano Concheiro, actual subsecretario de Educación Superior, nos invitó a colaborar con él. Es indispensable que el COMIE mantenga este tipo de relaciones con instituciones de gobierno, con organismos no gubernamentales y con instituciones particulares.
¿Cómo han evolucionado los estados del conocimiento respecto de los que ahora se han reclasificado?
Hace dos años, durante la gestión de Rosa María Torres, hicimos un planteamiento de renovación de la legislación del COMIE, porque era un estatuto fundacional, francamente inoperante en la actualidad para el consejo. Al final, llevamos a cabo una renovación total de esa legislación para proporcionarle al COMIE una estructura académica que no tenía.
Tradicionalmente, en el COMIE los académicos eran los líderes. Cuando nos informaban que se iba a formar un comité científico o se iba a designar a alguien para coordinar los estados del conocimiento, ellos eran quienes tomaban las decisiones correspondientes.
Para atender ese problema, me reuní con los ex presidentes del COMIE, con los decanos, de quienes tuve mucho apoyo, y con el consejo consultivo, que es un consejo de sabios. Con ellos logramos modificar el estatuto del COMIE y le dimos una estructura académica, de manera que hoy hay una coordinación de áreas temáticas.
Por otra parte, en el marco institucional del COMIE ya existe un espacio que permite tener áreas emergentes. La otra ventaja es que de la coordinación de áreas temáticas saldrá el comité científico y habrá rotación de sus miembros. Esa modificación beneficiará los estados del conocimiento.
Finalmente, ¿cuáles son tus expectativas para el próximo congreso del COMIE que se realizará en noviembre?
Estoy muy contenta porque pienso que va a ser un congreso muy grande. Por supuesto, eso lo hace difícil en términos de organización. El reto es mayúsculo. Vamos a tener más contribuciones que nunca. Aunque poseemos una ventaja: el congreso se va a llevar a cabo en una sola sede (el Centro de Convenciones Diamante, en Acapulco) y no tenemos que trasladarnos porque el hotel está muy cerca del centro y se llega caminando.
María Angélica Buendía Espinosa es doctora en ciencias sociales en el área de sociedad y educación, y maestra en economía y gestión del cambio tecnológico, ambos por la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel 2, y actualmente trabaja en tres líneas de investigación: procesos de institucionalización y cambio en la educación superior; análisis institucional del sistema universitario mexicano, y estudio y análisis comparado de las políticas públicas en la educación superior pública y privada.
Ha realizado estancias de investigación en la Universidad de Stanford, en San Francisco, California; en el International Centre for Higher Education Research Kassel, en Kassel University, y en el Centro de Desarrollo Universitario CINDA, en Santiago de Chile. Actualmente es presidenta del Consejo Mexicano de Investigación Educativa.
* Doctora en ciencias de la educación por la Universidad de Navarra, España, y profesora-investigadora en la Universidad Panamericana, México.
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