El Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), fundado en 1993, reúne a investigadores del más alto nivel con el objetivo central de promover la investigación educativa dentro estándares científicos de calidad. Desde entonces ha contribuido de manera consistente y continua a la identificación de los principales problemas educativos del país, así como a la generación de los conocimientos necesarios para su solución. Su próximo presidente habla de los proyectos que vislumbra en el futuro de la asociación.
En 2020 asumirás la presidencia del COMIE. ¿Qué representa para ti esta designación?
Además de un gran honor por haber recibido la confianza de los colegas, es algo que realmente me complace mucho y me obliga a esforzarme y a cumplir lo mejor posible con esa responsabilidad.
Creo que el COMIE está viviendo un momento muy bueno y esa tendencia debe continuar. Hay un impulso que en buena medida ha sido iniciado o catalizado desde hace un par de presidencias, sobre todo con Rosa María Torres.
¿Cuál sería tu diagnóstico actual del COMIE?
En primer lugar, existe mayor participación de los asociados en distintas actividades: foros, reuniones de discusión, apoyos para necesidades concretas, por ejemplo, de las escuelas normales, y algunas publicaciones específicas. Esto en un contexto de intensa actividad interna de modificación del reglamento. Además, nuestro proyecto se ha consolidado gracias a que tenemos una casa. No es una casa propia, pues la Secretaría de Educación Pública nos la presta en comodato; pero el hecho es que ya tenemos un lugar fijo.
La membresía ha crecido. Actualmente somos alrededor de 600 y tenemos una presencia prácticamente en todo el territorio. El COMIE está viviendo un buen momento que plantea retos, más allá de las declaraciones generales de impulsar la investigación educativa, etcétera, que desde luego hacemos; pero queremos saber cómo se traduce en la actualidad.
¿A qué retos te refieres?
El COMIE puede avanzar más si fortalece sus capacidades locales. Seguimos siendo todavía una institución muy centralizada en la Ciudad de México; no porque sea centralista en sí, sino porque la dinámica general lo impone así. En la Ciudad de México están las más grandes e importantes instituciones de investigación educativa y eso se expresa en el número de afiliados.
Pero también se han ido generando capacidades en otros estados a través de diversas reuniones y la consolidación de redes. Creo que hacia allá tenemos que caminar, en buscar modelos que permitan a los asociados de cada entidad tener sus propias actividades, reuniones, congresos, si es posible publicaciones, y sus propias decisiones.
Otro aspecto importante de nuestro trabajo es la realización de foros en todo el país. Constituyen actividades que es importante propiciar por muchas razones; principalmente porque pone a sus asociados a debatir en torno de temas de la educación, ya sean académicos o de política educativa. Los foros también son significativos desde la perspectiva interna, porque los agremiados se incorporan y participan, ya sea coordinando, como ponentes o como asistentes; son actividades que agrupan a las personas y generan un sentido de pertenencia. Creo que esto es algo en lo que hay que perseverar.
Tenemos la idea, no sé qué tan factible sea hacerlo en el corto plazo, de organizar un Congreso Iberoamericano de Investigación Educativa que pudiera rotar sus sedes en todos los países donde tuviéramos comité local, incluyendo España. Por lo menos el próximo año queremos hacer una reunión para organizarlo.
¿Ves una membresía sólida?
Tenemos que revisar cómo nos constituimos en términos de la membresía, porque han pululado los doctorados en educación, la mayor parte en el sector privado. Hay experiencias muy buenas, pero es la minoría, pues casi todos los programas de doctorado que se han abierto han sido simplemente para certificar algo y otorgar un diploma que les va a servir a los profesores, tanto de educación superior como de educación básica, quienes están siendo presionados para que tengan sus doctorados.
En un entorno en el que cada vez hay más doctores y muchos aseguran que llevan a cabo investigación educativa, esto puede tener implicaciones para el consejo en términos de si se va a abrir más la participación o si seguirá con el mismo tipo de criterios y procedimientos.
Una de las áreas más importantes en términos de investigación educativa tiene que ver con las publicaciones. ¿Qué proyectos tiene el COMIE en este sentido?
Necesitamos tener una presencia internacional significativa en el plano de las publicaciones en español. Todos nosotros vemos la manera de publicar en inglés para nuestra propia carrera, porque estamos obligados a hacerlo, pero no necesariamente porque ése sea el público al que realmente queremos dirigirnos. Esta puede ser una buena oportunidad para darle fuerza al español como un idioma de comunicación científica. El proyecto implica generar una fuerza contraria a la de los grandes emporios que concentran las publicaciones científicas, que se llevan todo: las ganancias y nuestro trabajo. En cambio, aquí se trata de un proyecto autogestivo, aunque evidentemente necesitamos gente que nos apoye y fundaciones que nos ayuden con el financiamiento, porque tiene que ser una revista muy profesional, de acceso abierto, gratuita y con todos los estándares de rigor que se requieran.
¿Cómo será la relación del COMIE con los actores y las instituciones educativas e, incluso, con el propio gobierno?
El COMIE siempre ha tenido relaciones con el gobierno, las cuales han sido cambiantes, pues no siempre han sido iguales o de la misma intensidad, ni con las mismas personas. Son redes que se va construyendo de manera permanente y dependen fundamentalmente del interés que tenga el gobierno de escuchar a los investigadores educativos, que ha sido muy variable.
Existen gobiernos que se interesan en conocer la opinión de los agremiados del COMIE. Nos buscan para que participemos en la elaboración de reformas en materiales curriculares, educativas, diagnósticas; en fin, para un montón de cosas. Pero también hay gobiernos que nos hacen a un lado.
La administración de Carlos Salinas fue un buen momento para el COMIE, porque participó en la reforma; con Ernesto Zedillo tuvimos una relación más o menos fluida, al igual que con Vicente Fox, con quien la gente de investigación educativa colaboró de manera fundamental en la redacción del programa educativo. Pero con Felipe Calderón la relación fue muy diferente, porque la idea de política educativa de entonces era muy mala y hubo momentos de confrontación muy álgidos con la comunidad de investigadores educativos.
Actualmente estamos en la incertidumbre; por un lado, recibimos muchas solicitudes, pero, por otro, sentimos que realmente no nos están haciendo caso. Sin embargo, estamos trabajando en la medida de lo posible para mantener buenas relaciones con el gobierno, porque, independientemente de la posición que cada uno de nosotros tenemos respecto de la política educativa, a nivel institucional necesitamos tener una relación fluida y cordial.
Los campos del conocimiento se expanden cada vez, así como también el perfil de los miembros del COMIE. ¿Esto es un reto?
Sí, es un reto. De hecho, ya se han abierto más los campos y hay una nueva dinámica interna, consecuencia de la reforma a nuestros estatutos, lo cual ha derivado en más participación. Es un proceso que ya están en marcha; simplemente hay que cuidarlo para que vaya bien.
Los campos del conocimiento son una cosa muy curiosa porque constituyen una interrelación entre temas de interés sobre ciertos objetos comunes, pero también tiene una parte propiamente sociológica. Esto es una invención mexicana; yo no la conozco en ninguna otra parte del mundo.
Cada vez se parcializa menos el conocimiento y tiende a ser multidisciplinario. Incluso ahora, con una vocación más explícita y tal vez renovada, con una reflexión sobre qué implica ese conocimiento en el contexto actual de las ciencias, del mundo productivo, del mundo del empleo, etcétera, está dejando de ser algo teórico y ya es algo que está ocurriendo en la práctica.
¿Consideras que también hay un cambio en la forma de socializar el conocimiento? He visto revistas que ya no tienen números, pues conforme reciben los artículos los suben a su plataforma digital, en una dinámica de actualización constante que modifica el paradigma de las publicaciones.
De hecho, el de la Revista Mexicana de Investigación Educativa es otro tema que no hemos resuelto de manera adecuada. Esto tengo que hacerlo con mucho respeto hacia mis colegas, porque es una revista muy consolidada, bien posicionada; tiene una presencia internacional importante en Iberoamérica y ha logrado una periodicidad estricta, y cumple con muchas características de cualquier revista seria. Sólo que al ser de investigación educativa abarca diversas áreas, por lo que los números tienden a ser muy grandes, muy heterogéneos, puesto que tenemos una gran cantidad de solicitudes de publicación. La revista tiene mucho material y no podemos desahogarlo rápidamente, pues todavía está concebida a la antigüita.
En un mundo en el que el conocimiento se está produciendo por todas partes y de forma muy rápida, habría que preguntarnos si ése es el modelo de publicación que necesitamos. Quiero abordar este problema mediante reuniones con expertos en publicaciones científicas internaciones, sobre todo con los que han incursionado en nuevos modelos, para darle mayor dinamismo a nuestra revista, con el objetivo de que se haga más rápido y pueda atender las demandas que tiene. Claro, sin que pierda un ápice de la calidad que la caracteriza.
El COMIE integra a personas de gran trayectoria. ¿Cuál es el compromiso del consejo respecto de las nuevas generaciones, de aquellos jóvenes que buscan formarse en la investigación educativa?
Tenemos un compromiso con esas generaciones. De hecho, desde hace tiempo el COMIE ha organizado el Encuentro de Estudiantes de Posgrado, asociado al congreso que se realiza cada dos años, adonde llegan los trabajos de los maestrantes y de los doctorantes, lo cual implica una buena experiencia para los participantes.
Creo que eso ya está perfectamente institucionalizado en el COMIE y lo único que hemos hecho es mejorarlo. Progresivamente hemos detectado problemas y los hemos solucionado. Ese encuentro cada vez es mejor y poco a poco suma la participación de más personas asociadas del COMIE, incluido el comité directivo y el comité consultivo.
Tradicionalmente los profesores replicaban la continuidad sobre sus estudiantes. En este sentido, hay muchos vicios que se tienen que eliminar…
Ese es el narcicismo académico: los alumnos son buenos porque hacen lo que el profesor les enseña.
Necesitamos una reforma de la enseñanza que nos haga cuestionar el modelo propedéutico, disciplinario, decimonónico y desarticulado, y cambiarlo por un modelo mucho más ciudadano.
El mundo se está configurando de una manera distinta y ahora necesita gente que tenga disposición, habilidades y herramientas para insertarse en la sociedad de una forma más flexible y creativa; que dialogue con el conocimiento y con la técnica; que sepa identificar un problema y sugerir una solución. Necesitamos pensar en ciudadanos más propositivos y menos repetitivos, así como impulsar una retroalimentación y un diálogo con nuestros alumnos.
¿Cuáles son los desafíos que vislumbras para tu gestión al frente del COMIE?
Seguir apoyando los esfuerzos para que el consejo desarrolle sus capacidades locales, llevar a cabo una reflexión muy seria y, eventualmente, tomar decisiones con respecto a nuestra revista, para volverla más ágil y dinámica, así como valorar las implicaciones en nuestro reglamento del aumento de las personas potencialmente agremiables. Además de seguir trabajando en el seno del COMIE, incorporando a mis colegas por medio de los foros y los actos académicos que realiza, así como reforzar nuestras relaciones internacionales.
Germán Álvarez Mendiola cursó la licenciatura en sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y realizó estudios de maestría y doctorado en ciencias, con especialidad en investigaciones educativas, en el Departamento de Investigaciones Educativas (DIE) del Cinvestav.
Es investigador titular en el DIE desde 1990. Sus líneas de investigación son la educación superior privada, las políticas públicas y el cambio institucional en la educación superior, así como las experiencias institucionales en aprendizajes a lo largo de la vida. Actualmente se desempeña como jefe del DIE, en el que también imparte cursos y seminarios especializados en programas de posgrado.
En 2003 recibió el Premio ANUIES por la mejor tesis de doctorado sobre la educación superior.
Es miembro de diversas asociaciones de investigación nacionales e internacionales y forma parte de diversos comités y consejos editoriales, como el de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), el del portal educativo Educación Futura, el de la revista Perfiles Educativos, el del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, y el del Consejo Mexicano de Investigaciones Educativas.
* Doctora en ciencias de la educación por la Universidad de Navarra, España, y profesora-investigadora en la Universidad Panamericana, México.
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