Laura Velasco Ortiz y Carlos Hernández Campos
El Colegio de la Frontera Norte/Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, México, 2018
A finales del siglo XX, el estado mexicano de Baja California Sur se integró a la economía global mediante actividades como la industria hortícola y frutícola de exportación y el turismo internacional. Inmigrantes de diversas regiones del país y diferentes grupos étnicos llegan a ciudades turísticas de élite, como Los Cabos, lo mismo que a las zonas agrícolas de los municipios de Comondú y Mulegé, en busca de empleo temporal o de un nuevo nivel de vida tras las crisis recurrentes en el agro mexicano y las ciudades marcadas por el desempleo, la marginación y la violencia del crimen organizado.
Este libro analiza las condiciones de vida de los trabajadores y los residentes indígenas que llegaron a ese estado en las últimas tres décadas, atraídos por el auge del empleo creado por estos enclaves ligados a la globalización. Las investigaciones en las que se basa este texto muestran que tanto las migraciones agrícolas como aquellas asociadas al turismo de élite en Baja California Sur generan procesos comunes de segmentación, segregación y etnización que, entre otras consecuencias, producen condiciones precarias de trabajo y residencia para los inmigrantes, incluso con las arduas estrategias de reproducción social y cultural de los trabajadores y sus familias. La situación resultante conlleva a reflexionar sobre la sustentabilidad social de estos modernos enclaves globalizados, así como respecto del papel de la intervención gubernamental para aminorar sus efectos en la producción y la reproducción de desigualdades étnicas y sociales.
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