La Academia Mexicana de la Lengua celebró sus primeras sesiones en 1875, con la finalidad de cuidar la pureza de la lengua española. A ella han pertenecido muchas de las más ilustres figuras de las letras mexicanas, tanto filólogos y gramáticos como filósofos y ensayistas, poetas y novelistas, historiadores y otros humanistas.
La Real Academia Española se fundó en Madrid en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco, marqués de Villena, y fue aprobada en 1714 por la Real Cédula del rey Felipe V.
Antes de alcanzar su vida independiente, con el cultivo del español mexicano, entre otras expresiones, México manifestó la voluntad de lograr su emancipación cultural; por ello, a lo largo del siglo XIX, surgieron varios intentos de crear una academia propia que entre sus objetivos tuviera conservar y restituir la pureza del español, reimprimir y hacer circular las obras de autores clásicos, redactar diccionarios y gramáticas de las lenguas habladas en territorio nacional, conformar atlas del uso del idioma, seleccionar obras útiles para el estudio de la poesía y la elocuencia, auxiliar en el uso y el estilo de la lengua a quienes lo requirieran, establecer premios y corregir el uso anárquico de la ortografía.
De ese modo, en 1835 nació la Academia de la Lengua, ratificada por un decreto presidencial en 1854, y, más tarde, las secciones dedicadas a la filología y a la literatura de la Academia Imperial, en 1865, y de la Academia Nacional de Ciencias y Literatura, en 1870, instituciones cuyo desarrollo fue coartado, de una manera u otra, por la inestabilidad política y los enfrentamientos ideológicos de la época.
El 24 de noviembre de 1870, la Real Academia Española determinó constituir academias americanas correspondientes, cuyos fines coincidían con los que, desde su creación, habían tenido las academias fundadas en México. Las sesiones preparatoria e inaugural de la Academia Mexicana se celebraron, respectivamente, el 13 de abril y el 11 de septiembre de 1875.
La restauración de la República lograda por los liberales encabezados por Benito Juárez trajo consigo estabilidad política y dio a la Academia Mexicana Correspondiente de la Española oportunidad no sólo de iniciar la que ha sido una larga y fructífera vida, sino de contribuir, de acuerdo con el deseo de los mexicanos, en la construcción de su identidad lingüística.
En el transcurso de su existencia, a la academia han pertenecido más de tres centenares de académicos: los más ilustres escritores, lingüistas y estudiosos del país, lo mismo filólogos y gramáticos que filósofos y ensayistas, poetas y novelistas, comunicólogos y jurisconsultos, dramaturgos e historiadores, humanistas y científicos.
En 1940, la corporación, por iniciativa de su director, Alejandro Quijano, decidió hacer públicas las sesiones solemnes en las que un nuevo académico pronuncia su discurso de ingreso. El 22 de diciembre de 1952 el gobierno de la República concedió un patrimonio en fideicomiso a la academia, la cual se constituyó entonces como asociación civil.
Objetivos
Los fines de la academia son: velar por la conservación, la pureza y el perfeccionamiento de la lengua española; mantener una constante comunicación de carácter científico o literario con las academias e instituciones similares; formar y acrecentar su biblioteca, especialmente con aquellas obras científicas o literarias que mejor favorezcan el cumplimiento de los propósitos de la academia; fomentar y propagar el estudio de la lengua española; resolver las consultas que le hagan las autoridades o los particulares, y promover ante las autoridades o frente a instituciones o individuos particulares todo lo que favorezca la conservación, la pureza y el perfeccionamiento de la lengua española.
Contacto
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